Modelos humanos e incertidumbres globales: La importancia del análisis conceptual - J.F. Álvarez

Síntesis y análisis realizado por Gonzalo Martín, 2013 - @Gadabarthes


En el debate acerca de la globalización ha irrumpido un nuevo concepto que tal vez arroje más confusión que la que disipa: se trata de la glocalización, término que se aplica por igual al pensar globalmente y actuar localmente, como a su inversa pensar localmente y actuar globalmente o a su supuesta culminación que sería ese pensar y actuar globalmente, fenómeno que puede confundirse con la globalización propiamente dicha a no ser porque ésta implica en lo substancial una forma de utilización de los recursos y alteración del medio que escapa al control de las voluntades proximales en beneficio de otras voluntades desconectadas del entorno concreto. El término glocalización hace hincapié en algo que tal vez sea tautológico como es la naturaleza concreta del acto frente al carácter difuso de su desencadenante, pero el problema radica en la dificultad para establecer un vínculo causal entre los procesos deliberativos y la mutabilidad del mundo. Es aquí donde se hace preciso el análisis conceptual.


Algo que no debe dejar de tenerse en cuenta en este debate acerca de la globalización como generalización de la glocalización, es que cualquier interpretación de la misma constituye en sí una forma sistemática de intervención sobre el medio social. No existe la neutralidad, toda práctica humana conlleva una carga de valores. En el mundo social la interpretación implica una transformación del medio. Nos encontramos en un punto en el que la perspectiva holística, que sostiene el efecto restrictivo de los sistemas sociales sobre las acciones de los individuos, se opone a la perspectiva individualista que otorga a los individuos la iniciativa sobre el trazado por el que habrán de discurrir estos sistemas.

Ian Hacking denomina clase interactiva al esquema categorial de procesos que por medio de los grupos humanos actúa sobre los mismos procesos que clasifica. Esto quiere decir que el marco conceptual tiene la virtud de afectar al fenómeno observado. Los individuos llegan a experimentarse a si mismos y comportarse de un modo distinto en la medida en que son conscientes del modo en que son tomados en cuenta por un sistema en el que están integrados. Ello deriva en un constructivismo social que se alimenta de un relativismo radical por el cual todo lo socialmente entendible habría de ser subjetivable y desde ahí materializable. Las condiciones materiales de posibilidad de una forma de ser socialmente, son realidades virtuales que en la dinámica de la construcción de entidades clasificatorias sirven de base para una conformación de estados individualizados. Aunque la globalización es un fenómeno ontológicamente subjetivo, ha devenido epistemológicamente subjetivo al imponer restricciones a los individuos en la percepción de su capacidad operativa. El curso de la acción individual se ve alterado y llega a convertirse en una práctica social completamente asumida.

La globalización es hábilmente presentada (y de ahí la pertinencia del término glocalización) como una tendencia natural de los sistemas sociales en expansión material e intensificación tecnológica, lo que obliga a cuestionarse constantemente sus concretas manifestaciones culturales para evitar una deriva ontológica estrecha y acrítica. Emerge una visión determinista de los sistemas sociales donde la capacidad de elección de los individuos se ve mermada o mediatizada y las incertidumbres inducidas. Para que el análisis social sea capaz de penetrar su complejidad consubstancial es precisa una perspectiva multidisciplinar que abandone definitivamente las concepciones simplistas y mecanicistas por las que intenta ser canalizada y recuperar enfoques como los que vienen sugiriendo Zigmut Bauman, de modernidad líquida, o Ulrich Beck, de una sociología reflexiva.

Hemos de incorporar en nuestros análisis la diferencia que la modernidad reflexiva arroja entre riesgo e incertidumbre. Se denomina "de riesgo" a una situación futura a la que podemos asignarle alguna probabilidad de ocurrencia, en cambio una situación es de incertidumbre cuando apenas nos permite concebirla y tanto menos asignarle grado de probabilidad alguno. La sociedad globalizada se adentra en el ámbito de una incertidumbre que es fabricada y se desliga del concepto de riesgo que estaba regido por leyes similares a la física. La creciente interconectividad humana a la vez que permite desarrollar nuevas capacidades, da lugar a que estas capacidades puedan actuar en su contra.

"Más allá de Keynes, la idea es que no solamente deja de funcionar adecuadamente el mercado y el sistema económico cuando no se atienda a la pobreza, a la miseria extrema o a situaciones de carencias de libertades, sino que además eso genera un tipo de ser humano que puede estar dispuesto a las mayores atrocidades. Incluso a veces montando toda una teoría sobre la acción justa. Además de patologías, que sin duda puede haberlas, no deberíamos olvidar que esos individuos pueden ser “seres normales”, entendiendo por ello personas razonables capaces de optar y de realizar determinadas acciones. Esta es la fuente misma de la imprevisibilidad." (J.F. Álvarez, 2001)
La teoría de la sociedad del riesgo afirma que es precisamente la imprevisibilidad la que nos abre caminos a lo desconocido y si esto es interiorizado por la conciencia humana puede hacerla avanzar, tanto si es para "bien" como si es para "mal". Por eso, la teoría de la modernización reflexiva propuesta por Beck, provoca una cierta desesperanza al reconocer la imposibilidad de eludir este riesgo endémico. Tanto es así que ni siquiera retrospectivamente es posible superar la incertidumbre sobre la adecuación de las acciones y las elecciones. No es posible determinar cuál es la dirección correcta puesto que resulta impredecible la ponderación del factor de riesgo. Es este fatalismo negativo el nuevo rostro de la creencia en el progreso; aquella primera modernidad lo afrontó de una manera optimista pero esta otra modernidad no puede sino afrontarse con una irreductible congoja. Si para muchos la globalización es la consumación del fin de la historia, para Beck es el comienzo de la historia de la historia.

Uno de los instrumentos más perversos del pensamiento conservador es la llamada a la resignación ante esta especie de vorágine evolutiva que se parece demasiado a una predeterminación. Es un fatalismo negativo que intenta desarticular la capacidad correctiva de una modernidad reflexiva de componente socializante. No podemos olvidar que los sistemas sociales están sujetos a la retraolimentación bidireccional de una clase interactiva, en términos de Hacking. El debate está planteado en al menos cinco discursos tópicos.

  • El de la competitividad económica centrado en la competencia mundial.
  • El de la crítica social acerca de las consecuencias percibidas de esa globalización.
  • El de la (in)capacidad de los estados para afrontar los problemas de ese futuro. 
  • El de la globalización cultural (uniformidad o nuevas formas de diversidad). 
  • Y el de la ecología planetaria.
Si se consigue superar la propuesta dominante que aboca a la postura fatalista, es posible que encuentre su lugar la acción política que pueda introducir criterios de rectificación de la trayectoria y consideración de valores en la apertura hacia lo nuevo e impredecible.


Artículo de J.F. Álvarez publicado en Revista de Educación , número extraordinario sobre Globalización y Educación, 2001, págs. 31-41

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