Modelos humanos e incertidumbres globales: La importancia del análisis conceptual - J.F. Álvarez

Síntesis y análisis realizado por Gonzalo Martín, 2013 - @Gadabarthes


En el debate acerca de la globalización ha irrumpido un nuevo concepto que tal vez arroje más confusión que la que disipa: se trata de la glocalización, término que se aplica por igual al pensar globalmente y actuar localmente, como a su inversa pensar localmente y actuar globalmente o a su supuesta culminación que sería ese pensar y actuar globalmente, fenómeno que puede confundirse con la globalización propiamente dicha a no ser porque ésta implica en lo substancial una forma de utilización de los recursos y alteración del medio que escapa al control de las voluntades proximales en beneficio de otras voluntades desconectadas del entorno concreto. El término glocalización hace hincapié en algo que tal vez sea tautológico como es la naturaleza concreta del acto frente al carácter difuso de su desencadenante, pero el problema radica en la dificultad para establecer un vínculo causal entre los procesos deliberativos y la mutabilidad del mundo. Es aquí donde se hace preciso el análisis conceptual.


Algo que no debe dejar de tenerse en cuenta en este debate acerca de la globalización como generalización de la glocalización, es que cualquier interpretación de la misma constituye en sí una forma sistemática de intervención sobre el medio social. No existe la neutralidad, toda práctica humana conlleva una carga de valores. En el mundo social la interpretación implica una transformación del medio. Nos encontramos en un punto en el que la perspectiva holística, que sostiene el efecto restrictivo de los sistemas sociales sobre las acciones de los individuos, se opone a la perspectiva individualista que otorga a los individuos la iniciativa sobre el trazado por el que habrán de discurrir estos sistemas.

Ian Hacking denomina clase interactiva al esquema categorial de procesos que por medio de los grupos humanos actúa sobre los mismos procesos que clasifica. Esto quiere decir que el marco conceptual tiene la virtud de afectar al fenómeno observado. Los individuos llegan a experimentarse a si mismos y comportarse de un modo distinto en la medida en que son conscientes del modo en que son tomados en cuenta por un sistema en el que están integrados. Ello deriva en un constructivismo social que se alimenta de un relativismo radical por el cual todo lo socialmente entendible habría de ser subjetivable y desde ahí materializable. Las condiciones materiales de posibilidad de una forma de ser socialmente, son realidades virtuales que en la dinámica de la construcción de entidades clasificatorias sirven de base para una conformación de estados individualizados. Aunque la globalización es un fenómeno ontológicamente subjetivo, ha devenido epistemológicamente subjetivo al imponer restricciones a los individuos en la percepción de su capacidad operativa. El curso de la acción individual se ve alterado y llega a convertirse en una práctica social completamente asumida.

La globalización es hábilmente presentada (y de ahí la pertinencia del término glocalización) como una tendencia natural de los sistemas sociales en expansión material e intensificación tecnológica, lo que obliga a cuestionarse constantemente sus concretas manifestaciones culturales para evitar una deriva ontológica estrecha y acrítica. Emerge una visión determinista de los sistemas sociales donde la capacidad de elección de los individuos se ve mermada o mediatizada y las incertidumbres inducidas. Para que el análisis social sea capaz de penetrar su complejidad consubstancial es precisa una perspectiva multidisciplinar que abandone definitivamente las concepciones simplistas y mecanicistas por las que intenta ser canalizada y recuperar enfoques como los que vienen sugiriendo Zigmut Bauman, de modernidad líquida, o Ulrich Beck, de una sociología reflexiva.

Hemos de incorporar en nuestros análisis la diferencia que la modernidad reflexiva arroja entre riesgo e incertidumbre. Se denomina "de riesgo" a una situación futura a la que podemos asignarle alguna probabilidad de ocurrencia, en cambio una situación es de incertidumbre cuando apenas nos permite concebirla y tanto menos asignarle grado de probabilidad alguno. La sociedad globalizada se adentra en el ámbito de una incertidumbre que es fabricada y se desliga del concepto de riesgo que estaba regido por leyes similares a la física. La creciente interconectividad humana a la vez que permite desarrollar nuevas capacidades, da lugar a que estas capacidades puedan actuar en su contra.

"Más allá de Keynes, la idea es que no solamente deja de funcionar adecuadamente el mercado y el sistema económico cuando no se atienda a la pobreza, a la miseria extrema o a situaciones de carencias de libertades, sino que además eso genera un tipo de ser humano que puede estar dispuesto a las mayores atrocidades. Incluso a veces montando toda una teoría sobre la acción justa. Además de patologías, que sin duda puede haberlas, no deberíamos olvidar que esos individuos pueden ser “seres normales”, entendiendo por ello personas razonables capaces de optar y de realizar determinadas acciones. Esta es la fuente misma de la imprevisibilidad." (J.F. Álvarez, 2001)
La teoría de la sociedad del riesgo afirma que es precisamente la imprevisibilidad la que nos abre caminos a lo desconocido y si esto es interiorizado por la conciencia humana puede hacerla avanzar, tanto si es para "bien" como si es para "mal". Por eso, la teoría de la modernización reflexiva propuesta por Beck, provoca una cierta desesperanza al reconocer la imposibilidad de eludir este riesgo endémico. Tanto es así que ni siquiera retrospectivamente es posible superar la incertidumbre sobre la adecuación de las acciones y las elecciones. No es posible determinar cuál es la dirección correcta puesto que resulta impredecible la ponderación del factor de riesgo. Es este fatalismo negativo el nuevo rostro de la creencia en el progreso; aquella primera modernidad lo afrontó de una manera optimista pero esta otra modernidad no puede sino afrontarse con una irreductible congoja. Si para muchos la globalización es la consumación del fin de la historia, para Beck es el comienzo de la historia de la historia.

Uno de los instrumentos más perversos del pensamiento conservador es la llamada a la resignación ante esta especie de vorágine evolutiva que se parece demasiado a una predeterminación. Es un fatalismo negativo que intenta desarticular la capacidad correctiva de una modernidad reflexiva de componente socializante. No podemos olvidar que los sistemas sociales están sujetos a la retraolimentación bidireccional de una clase interactiva, en términos de Hacking. El debate está planteado en al menos cinco discursos tópicos.

  • El de la competitividad económica centrado en la competencia mundial.
  • El de la crítica social acerca de las consecuencias percibidas de esa globalización.
  • El de la (in)capacidad de los estados para afrontar los problemas de ese futuro. 
  • El de la globalización cultural (uniformidad o nuevas formas de diversidad). 
  • Y el de la ecología planetaria.
Si se consigue superar la propuesta dominante que aboca a la postura fatalista, es posible que encuentre su lugar la acción política que pueda introducir criterios de rectificación de la trayectoria y consideración de valores en la apertura hacia lo nuevo e impredecible.


Artículo de J.F. Álvarez publicado en Revista de Educación , número extraordinario sobre Globalización y Educación, 2001, págs. 31-41

Declaración particular de los derechos de algunos - José Carlos Bermejo Barrera

Introducción, por @Gadabarthes,

Dado que la LOMCE establece un sistema jerárquico que vela por los intereses de la comunidad educativa en aras de unos logros de mayor enjundia, tales como la excelencia intelectual y la medra en el beneficio particular, he tenido a bien trasladar a este espacio el mayor logro normativo de los últimos tiempos en materia de derechos torcidos. He aquí la irónica declaración de intenciones de la Empresa Formativa Colectiva, de boca o pluma del profesor José Carlos Bermejo Barrera (contando con su expresa autorización), del Departamento de Historia de la Universidad de Santiago de Compostela, a quien pertenecen también las siguientes palabras:
"...en realidad, parece ser un sentimiento socialmente compartido que todo el mundo actúa persiguiendo sus propios intereses en un juego en el todo puede llegar a valer como estrategia, en el que todo se puede manipular a la hora de hablar para justificar cualquier postura, y en el que parecen haber desaparecido los hechos, puesto que, en nombre de unos principios supuestamente democráticos, se sostiene la idea de que todo el mundo tiene derecho a opinar lo que quiera de todo lo que desee, porque todas las opinones son sagradas e igual de respetables, no existiendo en realidad los hechos, ya que todo puede interpretarse de mil maneras distintas. No deja de ser curioso que, en un país en el que los medios de comunicación son cada vez menos libres y están cada vez mas condicionados por los intereses económicos y la sumisión a los poderes políticos, se quiera dar la impresión de que todo el mundo tiene acceso a una esfera de la opinión que en realidad ha dejado ya de existir, asfixiada por los lemas vacíos de los partidos políticos, los sofismas baratos de decenas de tertulianos y supuestos analistas que copan con éxito todos los medios de comunicación, dejando la verdad, la realidad y los hechos ocultos bajo la espesa capa del silencio."
Todo lo a continuación expuesto tiene la prodigiosa virtud de ser aplicable al resto de ámbitos del Estado del Bienestar (tan mal entendido, como viene siendo últimamente). Gonzalo Martín.

O doctrina universitaria del derecho y de la virtud




Desde que en la Roma antigua se creó el derecho, ha llegado a estar totalmente claro que la existencia de un sistema jurídico ha de basarse en los siguientes principios.
  • En primer lugar las normas deben ser conocidas por todos y consecuentemente hacerse públicas, preferentemente por escrito. 
  • En segundo lugar, esas normas deben ser agrupadas y sistematizadas, de modo que se pueda establecer una jerarquía entre las mismas, con el fin de saber, por ejemplo cuál debe prevalecer en caso de que hubiese una contradicción entre dos de ellas. 
  • Y por último, y esto ha de constituir la cúspide de cualquier sistema jurídico, todas las normas han de poder ser deducidas a partir de unos principios genéricos.
Siendo la Universidad el lugar en el que nacen y se incuban las ciencias, y los universitarios las personas elegidas para garantizar que el desarrollo de las mismas pueda lograrse de la forma más racional y objetiva posible, es especialmente necesario sistematizar, jerarquizar y sacar a luz cuáles son los principios filosófico-jurídicos sobre los que ha de construirse la imponente pirámide de la legislación universitaria.
Pero además, teniendo en cuenta que las instituciones no pueden funcionar si sus miembros no interiorizan los principios que las rigen, creemos que sería conveniente completar la doctrina universitaria del derecho con otra doctrina: la doctrina universitaria de la virtud, pudiendo deducirse fácilmente una de la otra.

Titulo primero: de la libertad

Artículo 1: debemos admitir como una verdad evidente que todos los hombres son por naturaleza desiguales.
Glosa: el artículo apenas merece comentario. En efecto, si dos hombres fuesen absolutamente iguales entonces serían el mismo, y por lo tanto ya no serían dos hombres. Del mismo modo un hombre nunca puede ser igual a una mujer, porque si no el hombre no sería un hombre y la mujer una mujer, y consecuentemente no tendría sentido que existiesen esas palabras. Y las palabras siempre existen por algo.
Artículo 2: del hecho de la existencia de la desigualdad se derivan enormes beneficios para la colectividad.
Glosa: en efecto, si considerásemos como iguales a seres que por naturaleza no lo son, alteraríamos el orden natural de las cosas. Como el orden natural de las cosas es conocido, y directamente reflejado, por el conocimiento científico, si actuásemos de ese modo no sólo estaríamos violando un principio jurídico, sino también incumpliendo la misión y pervirtiendo la esencia del conocimiento científico.
Cuando se altera el orden natural de las cosas, la propia naturaleza vuelve a reestablecerlo mediante los mecanismos de defensa que posee, que consiguen eliminar aquellos elementos que en un determinado momento puedan ser extraños, gracias al uso de la coerción y la fuerza.
Artículo 3: el mantenimiento de la desigualdad ha de ser el mayor bien jurídico a proteger en los sistemas legales universitarios.
Glosa: dado que de la existencia de la desigualdad sólo se derivan beneficios para la colectividad, y dado que en la propia naturaleza - tal y como lo establece la ciencia - existen precisos mecanismos de represión y control, debemos desarrollar todas las medidas posibles para mantenerla.
Artículo 4: aquel mecanismo que consiga mantener a toda costa la desigualdad ha de ser la clave de nuestro sistema jurídico. Por ello debe establecerse como garantía del mismo la figura del VERDUGO.
Glosa: la palabra verdugo debe entenderse sólo metafóricamente, puesto que no se puede instaurar en nuestro sistema jurídico la pena de muerte, así por las razones siguientes: no se puede ejecutar a los que son superiores porque es de ellos de donde la colectividad obtiene la mayor parte de sus bienes. Y no se debe ejecutar a los inferiores porque su existencia es necesaria para que pueda ser posible la existencia de los superiores, no sólo desde el punto de vista gramatical, sino también desde el punto de vista lógico. La articulación jurídica de la figura del verdugo será competencia del Título 3: de los órganos de gobierno.
Artículo 5: los miembros de la comunidad universitaria deben ser considerados geométricamente, y no aritméticamente, pues ello es la esencia de la desigualdad.
Glosa: se llama igualdad artimética a aquella en que cada elemento o miembro es igual a todos los demás e intercambiable por ellos. Se llama igualdad geométrica a aquella que establece que la magnitud de unos miembros es mayor que la de otros, debido a su propia naturaleza, por lo cual les ha de corresponder una mayor proporción en el reparto de todos los conceptos.
Artículo 6: la esencia de la desigualdad académica no reside en el nacimiento, ni en los caracteres raciales, sino en la capacidad intelectual.
Glosa: los seres humanos son de dos clases: tontos y listos. Se llama listos a los que poseen un mayor grado de inteligencia, y tontos a los que tienen menos. No se puede ser listo si uno no sabe que es listo, de lo que se deduce que los listos, además de serlo, tienen también el derecho a decir que ellos son listos y que los demás son tontos.
Los tontos no tienen derecho a decir que los listos no son listos, porque ellos no lo saben, precisamente porque son tontos.
Artículo 7: la desigualdad académica es una desigualdad en los grados del saber, pero esa desigualdad quedaría desnaturalizada si la jerarquía del saber no estuviese avalada por la jerarquía del gobierno.
Glosa: no cabe duda de que los listos, como son más inteligentes, no sólo saben más que los tontos, sino que además también son capaces de producir nuevos conocimientos. Si la comunidad pretende que se logre un fin bueno, debe poner al alcance de aquellos que puedan hacerlo posible los medios necesarios para que puedan cumplir su cometido. Como sólo los listos saben, se deduce que sólo ellos pueden saber cuál es el fin a conseguir y cuáles son los medios necesarios para ello, por lo que a ellos les ha de corresponder toda la capacidad de tomar decisiones, que es la capacidad de gobernar.
Artículo 8: en un sistema desigual, en el que el bien común se logra gracias al saber y a las capacidades de las minorías, sólo las minorías merecen ser libres.
Glosa: esto es evidente. Si la mayoría fuese libre podría tomar decisiones, pero dado que la mayoría está compuesta de tontos, entonces todas sus decisiones estarían equivocadas, puesto que carecen de las capacidades de análisis y prospectiva.
De ello se deduce que la verdadera libertad de la mayoría consiste en aceptar la libertad de la minoría, que es la única que les puede garantizar que las decisiones que ellos no deben tomar - ya que sólo han de acatar las de la minoría- son las más adecuadas para el logro del bien común de esa mayoría intelectualmente menos dotada, que es incapaz de conocer su propia naturaleza.
Artículo 9: el fin del derecho ha de consistir en garantizar que la libertad de la minoría pueda ejercerse sin ningún tipo de cortapisa.
Glosa: un sistema ha de componerse de una serie de partes que, al funcionar coordinadamente, consiguen crear una entidad nueva, que es capaz de lograr determinados fines.
Un sistema jurídico ha de ser consecuentemente un entramado de normas convenientemente jerarquizadas que permitan que se logre de la mejor manera el fin que se deriva de la esencia del derecho: el establecimiento de la desigualdad.

Titulo segundo: de la propiedad

Artículo 10: una persona no puede ser libre si no posee bienes.
Glosa: el derecho humano más fundamental no es la vida. Todo el mundo está vivo, y eso no es ningún mérito. Todo ser vivo tiene que atender a un conjunto de necesidades biológicas. Esas necesidades biológicas, en el caso de los seres humanos, han de satisfacerse socialmente mediante el uso de una determinada serie de bienes. El uso de un bien está garantizado por el derecho de propiedad. Luego el derecho de propiedad es el derecho fundamental. Todo ser humano es, por esencia, un propietario.
Artículo 11: dado que todos los seres humanos son desiguales, unos seres humanos tienen derecho a poseer más bienes que otros.
Glosa: esto es evidente. Si para ser libre hay que poseer bienes, y unos seres humanos tienen derecho a ser más libres que otros, entonces, consecuentemente también tendrán derecho a poseer más bienes.
Artículo 12: de la desigualdad de las riquezas se deriva el bien común.
Glosa: conseguir un bien es conseguir un fin. Para conseguir un fin hay que planificar una acción. Para planificar una acción hay que ser inteligente. Como hay seres humanos inteligentes, y otros que son tontos, consecuentemente los más inteligentes habrán de conseguir más fines. Al conseguir más fines conseguirán más bienes. Pero como de la libertad de la minoría se deriva el bien de la mayoría, de ello se deduce que del enriquecimiento de unos pocos se deriva el enriquecimiento de la mayoría.
Artículo 13: consagrar la desigualdad de las riquezas es el fin del sistema jurídico, para lo cual ha de poder utilizar todos los medios posibles, y sobre todo su medio capital: el VERDUGO.
Glosa: no debe consentirse que la mayoría de los tontos reivindique la igualdad en la posesión y el uso de los bienes. Ello supondría la perversión del sistema legal, y acarrearía el empobrecimiento de la colectividad. Si lo reivindican es debido a su falta de conocimientos e inteligencia, por lo que será conveniente instruir a la mayoría, en la medida en la que su inteligencia lo permita, que siempre será limitada. Por esa razón siempre han de estar en vigor los mecanismos coactivos.
Artículo 14: únicamente se puede lograr la riqueza gracias al uso de la inteligencia. Por ello sólo los ricos han de ser libres.
Glosa: no se pueden tomar las decisiones adecuadas si uno no es libre. Si uno es libre e inteligente se hará consecuentemente rico. De la riqueza de la minoría deriva la prosperidad de la mayoría. Por esta razón los ricos han de poder ejercer su libertad sin cortapisas, de modo que todo el mundo pueda beneficiarse de sus decisiones.
Artículo 15: los profesores universitarios tienen pleno derecho a ser ricos.
Glosa: la Universidad es el lugar en el que nace y se desarrolla el conocimiento. Quien sabe más tiene más derecho a ser libre. Quien es más libre tiene más derecho a ser rico, luego los profesores universitarios, que son los que más saben, son los que tienen más derecho a ser ricos.
Artículo 16: todas las instituciones que componen la Universidad deben estar reguladas jurídicamente y subordinadas al logro del fin que es propio de esta institución, que es la consecución de la riqueza.
Glosa: si un sistema jurídico se compone de un conjunto de elementos coordinados y jerarquizados con vistas a la consecución de un fin que le es propio, y el fin propio de la Universidad es la producción y transmisión del conocimiento, todo su sistema legal debe estar dirigido al logro de ese fin. Pero como la consecución del conocimiento no es posible si no existe la libertad, y la libertad no es posible sin riqueza, consecuentemente el fin de la Universidad es la consecución de la riqueza.
Artículo 17: los dos valores básicos que han de regir los sistemas universitarios son la riqueza y la pobreza.
Glosa: debe entenderse que la riqueza es buena y está unida al conocimiento y la inteligencia y al establecimiento de la desigualdad. Del mismo modo la pobreza, que es mala, sólo es una consecuencia de la falta de inteligencia, que trae consigo la prentensión del logro de la igualdad y prentende subvertir los sistemas legales y académicos.
Artículo 18: unos profesores universitarios han de ser más ricos y otros más pobres.
Glosa: dado que la riqueza, por naturaleza, se distribuye de un modo desigual, también en la Universidad debe haber profesores ricos y pobres. Dado que los ricos son más ricos porque son más inteligentes, consecuentemente los profesores más inteligentes serán los profesores más ricos. Ello corresponde al orden natural de las cosas, a cuyo estudio están dedicadas todas las ciencias.
Artículo 19: los profesores más ricos son los que tienen más derecho a gobernar la Universidad.
Glosa: todos los profesores son desiguales por naturaleza. La base de la desigualdad es la inteligencia. Sólo los inteligentes tienen derecho a gobernar a la mayoría de los tontos. Dado que todos los inteligentes son ricos y todos los ricos son inteligentes, tanto en la Universidad como en el resto del mundo, consecuentemente son los profesores ricos los que deben siempre gobernar.
Artículo 20: el gobierno de la Universidad es un mecanismo básico de creación de la riqueza.
Glosa: toda riqueza deriva de la inteligencia. La Universidad es el lugar natural en el que vive la inteligencia, luego toda la riqueza deriva de la Universidad. Las sociedades son ricas en tanto que tengan Universidades (a eso se le llama “sociedad del conocimiento”). Consecuentemente si las sociedades se enriquecen gracias a las Universidades, las Universidades también tienen derecho a enriquecerse a costa de las sociedades, pero teniendo siempre en cuenta que ello debe hacerse de forma desigual. Cuanto más se beneficie la sociedad de la Universidad y la Universidad de la sociedad, más se conseguirá el bien común, porque el incremento de los beneficios individuales sólo produce beneficios colectivos.
Artículo 21: los profesores que gobiernan las universidades tienen derecho a ser más ricos.
Glosa: ello es lógico por las razones siguientes: los profesores que gobiernan las universidades son los más inteligentes, ya que sólo los inteligentes tienen derecho a gobernar. Los más inteligentes tienen derecho a acumular más riqueza, en aras del logro del bien común; luego los más inteligentes tienen derecho a ser más ricos. Dado que los profesores que gobiernan las universidades son los más inteligentes es lógico que, si no son ricos, lleguen a serlo, debiendo las universidades implementar todas las medidas necesarias para el logro de este fin justo.

Titulo tercero: del gobierno de las Universidades

Artículo 22: el gobierno de las Universidades ha de basarse en los siguientes principios:
1.      establecimiento de la desigualdad y control de las mayorías
2.      creación de la riqueza y reparto desigual de la misma
3.      represión de la disidencia mediante el ejercicio de las funciones académicas del VERDUGO.
Glosa: todos estos principios se derivan de los artículos anteriores, por lo que no necesitan explicación. Además, dado que en una Declaración particular de los derechos de algunos únicamente deben establecerse las normas fundamentales que rigen el funcionamiento del derecho, y no entrar en los desarrollos normativos concretos, procede pues limitarse a definir las funciones jurídicas esenciales del instrumento fundamental del gobierno: el VERDUGO
Artículo 23: son funciones esenciales del verdugo la ejecución de los reos y la tortura de los mismos.
Glosa: ya se estableció anteriormente que la pena de muerte no tiene sentido. Ello no obsta para que el verdugo siga teniendo una función esencial. No obstante, esa función ha de ser redifinida en el marco de la “sociedad del conocimiento”.
Artículo 24: dado que el bien fundamental de la “sociedad del conocimiento” es el conocimiento, serán las funciones del verdugo en esa sociedad:

1.      suprimir todos los obstáculos y neutralizar a todas aquellas personas que se opongan al avance del conocimiento, ya fuese reivindicando la libertad, la igualdad o la distribución de las riquezas
2.      practicar la tortura de aquellas personas, grupos o instituciones que se nieguen a reconocer la naturaleza de las cosas y su expresión lingüística a través de las diferentes ciencias.

Artículo 25: dado que en la “sociedad del conocimiento” la realidad física ocupa un papel subsidiario, la aplicación de la pena capital y la tortura no deberá entenderse de un modo meramente físico, tal y como ocurrió en otras épocas de la historia y como episódicamente ocurre en la actualidad en países que todavía no se integran plenamente en este tipo de sociedad, sino psicológica y lingüisticamente.
Glosa: el conocimiento se plasma lingüísticamente, ya sea en lenguajes científicos y formales o en los lenguajes ordinarios (lenguas habladas). Esos lenguajes se transmiten a través de los medios de comunicación. Por ello el control de los medios de comunicación (informáticos, audiovisuales, impresos) y sus correspondientes desarrollos institucionales es fundamental para lograr el ejercicio de las artes del buen gobierno.
Artículo 26: sólo quienes gobiernan el mundo y la Universidad tienen derecho a establecer los significados de las palabras y a fijar los criterios de la verdad y la falsedad.
Glosa: en la “sociedad del conocimiento” la realidad sólo puede ser conocida a través de los medios de comunicación y mediante los lenguajes existentes. A esa realidad se le llama realidad virtual. Los que gobiernan, gobiernan porque conocen la realidad gracias a su inteligencia. Si la realidad es virtual, ellos no sólo tienen derecho a controlarla, sino también a crearla, no sólo de la forma más inteligente, sino también con vistas a mantener la existencia de la desigualdad y a favorecer la producción de las riquezas y su reparto desigual, en aras del bien común. Por ello el producto resultante, además de ser bueno y justo , también será verdadero. Cuando un ser humano no conoce la verdad está equivocado. Cuando está equivocado toma decisiones que le perjudican. Si ello se hiciese colectivamente surgiría el caos social. Por ello , con el fin de evitarlo y lograr el bien común, quienes gobiernan tienen derecho a establecer los significados de las palabras, a regular su uso, y a fijar los únicos criterios válidos de la verdad y la falsedad.
Artículo 27: serán, pues, las funciones esenciales del VERDUGO:

1.      eliminar todos aquellos obstáculos y neutralizar a todas personas, grupos o instituciones, que se niegen a aceptar la realidad virtual tal y como es
2.      torturar los lenguajes y los sistemas de comunicación, con el fin de alejarlos de la mentira y obligarlos a aceptar la realidad virtual.
Glosa: todos los sistemas normativos de las Universidades deberán estructurarse de modo que se pueda lograr este fin. Una vez que esto se haya conseguido y que se pueda controlar a la mayoría disidente, gracias al incremento de su conocimiento, se lograrán cumplir los fines básicos de los sistemas académicos, a saber:
a) fomentar la desigualdad, gracias a la creación de élites diferenciadas por citerios de excelencia.
b) establecer el gobierno de los inteligentes.
c) permitir y obligar a que los inteligentes se enriquezcan, en aras del bien común.
d) construir un lenguaje y unos sistemas de comunicación obligatorios, que establezcan lo que es real y lo que no lo es, lo que es posible y lo que es imposible.
e) obligar a que la mayoría acepte ese lenguaje y ese gobierno, gracias a la institución del verdugo.
d) continuar denodamente la ardua labor de instrucción y educación de la mayoría de los tontos, con los fines siguientes:
           1.      que acepten que son tontos , y que no saben.
           2.      que acepten que deben ser gobernados por su bien.
           3.      que acepten que no están capacitados en modo alguno para saber quiénes son y cuál es el mundo en el que viven, y que no se puede salir de la realidad virtual.
           4.      que sepan que siempre estará presente el VERDUGO.

Colofon: doctrina de la virtud

1) Llamamos hábito a la repetición de una acción. La repetición constante de una acción suele engendrar cierta inercia que nos lleva a volver a ejecutarla, por ello se suele decir que un hábito es una segunda naturaleza.
2) Existen dos clases de hábitos: las virtudes y los vicios. Se llama virtudes a los hábitos en los que tendemos a repetir una acción buena y vicios a los hábitos en los que tendemos a repetir una acción mala.
3) Las virtudes y los vicios se corresponden con el orden natural de las cosas, que es objeto de estudio de las diferentes ciencias. Dado que según el orden natural de las cosas los hombres son por naturaleza desiguales, debe existir una doble moral: la moral de la minoría y la moral de la mayoría.
4) La moral de la mayoría debe estar orientada a que la minoría pueda desarrollar su propia moral. Por ello puede darse el caso de que una acción que para un miembro de la minoría es un virtud, para un miembro de la mayoría es un vicio. Ello sería así si con la práctica de esa supuesta virtud se pervirtiese el orden natural de las cosas.

Son Virtudes de la minoría:

a) El dogmatismo. Un miembro de la minoría debe estar totalmente seguro de poseer un saber absolutamente cierto, lo que deriva de su dominio del método científico, que maneja gracias a su inteligencia.
b) La omnisciencia. Un miembro de la minoría debe ser consciente de que se sabe todo. Si bien él no puede pretender saberlo todo, si que ha de saber que los que componen su grupo se reparten todo el saber entre sí.
c) La prepotencia. Un miembro de la minoría debe dar siempre a conocer su saber gracias a una actitud prepotente, en la que exhiba y muestre una gran seguridad en sí mismo y en los demás miembros de su grupo. La prepotencia es necesaria para el ejercicio de la autoridad, que, tal y como habíamos mostrado, se basa en la existencia del Verdugo.
d) La arrogancia. Un miembro de la minoría exhibirá siempre su saber, sus méritos y honores y sus riquezas. Al hacerlo contribuirá a mostrar a los demás la seguridad que tiene en sí mismo y en su grupo. De este modo conseguirá intimidar a los miembros de la mayoría, que siempre deben ser gobernados mediante el temor.
e)- la vanidad. Toda alabanza es poca si un miembro de la minoría se la hace a sí mismo, pero también debe intercambiar constantemente alabanzas con los demás miembros de su grupo, que a su vez deben despreciar constantemente a la mayoría.
f) La avaricia. Como de la producción de la riqueza y la acumulación de los bienes por parte de las minorías se derivan benficios para la mayoría, se puede deducir que el ansia de riquezas de cada uno de los miembros de la minoría, así como su lucha en dura competencia por las mismas, es la principal garantía del bien común.
g) La intolerancia. Un miembro de la minoría ha de ser intolerante, tanto en el campo del saber como en el ejercicio de las nobles artes del gobierno. Las opiniones son muchas, pero la verdad es sólo una. Cuando se posee la verdad no se puede ser tolerante con quien vive en la opinión equivocada, ya que quien vive en la opinión equivocada obra en contra de su propio bien. Esto se aplica tanto en el campo del conocimiento, como en el del gobierno. En el campo del gobierno, del error y el vicio dimana el desorden cuando no se consigue hacer creíbles las amenazas del verdugo. Por ello la intolerancia deberá ir siempre unida a la presencia en cada lugar y en cada momento de ese verdugo omnisciente, infalible y despiadado, que es la única garantía del orden social y el bien común.
i) La lujuria. Llamamos lujuria a la satisfacción de toda clase de deseos corporales de la minoría por parte de la mayoría o de la minoría misma. Los deseos corporales de todo tipo (sexual, culinario...) son un mecanismo básico de la producción de bienes materiales. Dado que de la producción de bienes materiales deriva el bien común, se puede deducir que de la satisfacción de los deseos corporales de la minoría deriva el bien común. Esto ya había sido formulado por Bernard Mandeville en el siglo XVIII, con el lema “los vicios privados son las virtudes públicas”.
j) El paternalismo. Los miembros de la minoría deben ejercer en la sociedad una función educativa, ya que ellos son los que saben. Por ello deben practicar el patrernalismo. Llamamos paternalismo a la acción de enseñar a los inferiores y de no aprender nunca nada de ellos. El ejercicio del paternalismo debe aunar la displicencia y el desprecio con la compasión.
k) La displicencia. Es una consecuencia natural de la omnisciencia y la arrogancia. Consiste en saber siempre mantener la distancia con los inferiores, de modo tal que ellos siempre sean conscientes de la superioridad de los que mandan.
l) La compasión. Los que pertenecen a la minoría deben compadecerse de aquellos que son inferiores, pero siempre despreciándolos, del mismo modo que se compadecen de los animales. Cuando nos compadecemos de un gato no deseamos ser gatos. Por esta razón, la minoría en su ejercicio de la compasión no debe identificarse con los inferiores, sino distanciarse de ellos.

Son Virtudes de la mayoría:

a) La inseguridad. Los miembros de la mayoría nunca deben estar seguros de que saben nada, si no los avala un miembro de la minoría.
b) La ignorancia. Pertenecer a la mayoría es básicamente ser un ignorante. Por ello los miembros de la mayoría deben reconocerlo así siempre y ser conscientes de su incapacidad intelectual y su inferioridad moral.
c) La humildad. De lo anterior se deduce la necesidad de la humildad. Si los miembros de la mayoria son ignorantes, incapaces, y además no están seguros, ¿de qué van a estar orgullosos?
d) La generosidad. Los miembros de la mayoría deben ser generosos, con los demás miembros de la mayoría, y sobre todo con los miembros de la minoría. Ya que es de la avaricia de los miembros de la minoría de donde ellos obtienen la mayor parte de sus beneficios.
e) La tolerancia. Los miembros de la mayoría deben ser tolerantes y comprensivos. Ello es lógico. Como son inseguros e ignorantes, deben practicar la tolerancia con los miembros de su grupo y con los miembros de la minoría. La práctica de la tolerancia con los miembros de la minoría es el único mecanismo del que disponen los miembros de la mayoría para evitar que entre en acción el verdugo.
f) La sumisión. Los miembros de la mayoría deben someterse siempre a los deseos de la minoría, ya fueren sexuales u de otro tipo, y ser conscientes que de ello deriva la mayor parte del bien y el placer común.
g) La admiración abyecta. Los miembros de la mayoría deben admirar constantemente las capacidades intelectuales, los bienes, los honores y los privilegios de los que gobiernan. Deben hacerlo sin complejos ni rebozo, dando así muestras del conocimiento de su naturaleza inferior, lo que constituye la única vía posible para salirse de su baja condición y superarse a sí mismos.
d) La perfidia y la traición. Los miembros de la mayoría han de estar siempre dispuestos a someterse a quien manda. Si se diese el caso de que algunos de los miembros de su grupo, presas de su ignorancia y falta de control de sí mismos, pretendiesen alterar el orden natural de las cosas, deberán engañarlos, delatarlos a sus superiores y ponerlos en manos del Verdugo, porque el dolor de los muchos es la principal fuente del placer de los pocos, y el placer de los pocos es la principal fuente de la que mana el bien común.

Mínima Moralia (152) - Se previene contra el mal uso - Theodor Adorno

Transcripción literal por @Gadabarthes, 2013

La dialéctica tuvo su origen en la sofistica como un proceder de la discusión encaminado a conmover las afirmaciones dogmáticas y, al modo de los abogados y los cómicos, convertir la palabra más modesta en la más poderosa. Posteriormente se fue constituyendo, frente a la philosophía perenne, en método perenne de la crítica, en asilo de todos los pensamientos de los oprimidos, incluso de lo que nunca llegaron a pensar. Mas en cuanto medio de obtener la razón fue también desde el principio un medio de dominación, técnica formal de la apología indiferente al contenido y al servicio de los que podían pagar: la posibilidad de dar siempre con éxito la vuelta al asador elevada a principio. Por eso su verdad o falsedad no está en el método en sí, sino en su intención dentro del proceso histórico. La división de la escuela hegeliana en un ala derecha y otra izquierda hunde sus raíces en el doble sentido de la teoría no menos que en la situación política del Vormärz. Dialéctica no es sólo la teoría marxiana, que quiere convertir al proletariado como sujeto absoluto de la historia en el sujeto primario de la sociedad y hacer realidad la autodeterminación consciente de la humanidad, sino también la agudeza que Gustavo Doré puso en boca de un representante parlamentario del ancíen régime: que sin Luis XVI nunca se habría llegado a la Revolución y que, por tanto, a él hay que agradecerle la proclamación de los derechos del hombre. La filosofía negativa, la disolución universal, disuelve siempre a la vez lo disolvente mismo. Pero la nueva forma en la que pretende superar a ambos, lo disolvente y lo disuelto, jamás podrá aparecer en estado puro en la sociedad antagónica. Mientras la dominación se reproduzca, la vieja cualidad saldrá de nuevo a la luz con toda crudeza en la disolución de lo disolvente: tomado en su sentido radical, no hay en ella ningún salto. Sólo éste sería el acontecimiento capaz de trascenderla. Como la determinación dialéctica de la nueva cualidad se ve en cada caso remitida al poder de la tendencia objetiva, que transmite el hechizo de la dominación, siempre que con el trabajo del concepto alcanza la negación de la negación se halla también casi inevitablemente forzada a subsistir en el pensamiento el viejo mal por lo distinto inexistente. La profundidad con que se sume en la objetividad la logra al precio de participar de la mentira de que la objetividad es ya la verdad. Al limitarse estrictamente a extrapolar la situación libre de privilegios de lo que debe al proceso el privilegio de ser, se rinde a la restauración. Esto lo registra la existencia privada, a la que Hegel le reprochó su nulidad. La mera subjetividad que se empeña en la pureza de su propio principio se enreda en antinomias. Sucumbe a su deformidad, a la hipocresía y al mal a menos que se objetive en la sociedad y el Estado. La moral, la autonomía basada en la pura certeza de sí mismo y hasta la conciencia moral son mera apariencia. Si lo «real moral no existe» (Phänomenologie, ed. Lasson, p. 397), en la Filosofía del Derecho estará consecuentemente el matrimonio por encima de la conciencia moral, por encima incluso de su eminencia, que Hegel calificará con ironía romántica de «vanidad subjetiva» en el doble sentido. Este motivo de la dialéctica, que opera en todos los estratos del sistema, es a la vez verdadero y falso. Verdadero porque desvela lo particular como apariencia necesaria, como la falsa consciencia de lo separado de ser sí mismo y no un momento del todo; y esta falsa consciencia hace que se desvanezca por la fuerza del todo. Falso porque el motivo de la objetivación, la «exteriorización» (Entäusserung), es degradado a pretexto justamente para la autoafirmación burguesa del sujeto, a mera racionalización, toda vez que la objetividad, que opone el pensamiento a la mala subjetividad, no es libre y queda siempre a la zaga del trabajo crítico del sujeto. La palabra exteriorización, que espera de la obediencia de la voluntad privada la liberación de la arbitrariedad privada, justamente al afirmar insistentemente lo exterior como lo que institucionalmente se opone al sujeto reconoce, pese a todos los votos por la reconciliación, la perenne irreconciliabilidad de sujeto y objeto, que por otra parte constituye el tema de la crítica dialéctica. El acto de la autoexteriorización desemboca en la renuncia, que Goethe caracterizaba como salvación, y, por ende, en la justificación del status quo tanto hoy como ayer. De la evidencia, por ejemplo, de la mutilación de las mujeres por la sociedad patriarcal y de la imposibilidad de eliminar la deformación antropológica sin hacerlo con sus supuestos, el dialéctico irremisiblemente desilusionado podría deducir el punto de vista del amo de la casa y hacer el juego a la perpetuación de la relación patriarcal. No le faltarían razones plausibles, como la de la imposibilidad de unas relaciones esencialmente diferentes bajo las actuales condiciones, ni tampoco la actitud humanitaria hacia los oprimidos que deben pagar el precio de la falsa emancipación, pero todo lo verdadero se convertiría en ideología en manos del interés masculino. El dialéctico no desconoce la infelicidad y el abandono de los que envejecen sin casarse, como tampoco lo criminal de la separación. Pero dando de un modo antirromántico la primacía al matrimonio objetivado frente a la pasión efímera no superada en la vida en común, se convierte en abogado de los que mantienen el matrimonio a costa del afecto, de los que aman aquello por lo que están casados, esto es, la abstracta relación de posesión. La última conclusión de esta sabiduría sería la de que esto a las personas no les importa tanto mientras se acomoden a la constelación dada o hagan lo posible por conseguirlo. Para protegerse de semejantes tentaciones, la dialéctica esclarecida necesita recelar constantemente de ese elemento apologético y restaurador que, sin embargo, determina una parte de lo opuesto a la ingenuidad. La amenazante regresión de la reflexión a lo irreflexivo se delata en la superioridad con que dispone a su antojo del proceder dialéctico como si ella fuera aquel saber inmediato acerca de la totalidad que el principio de la dialéctica precisamente excluye. Se recurre a la perspectiva de la totalidad para impedirle al adversario todo juicio negativo determinado con un «no quería decir esto» y a la vez interrumpir violentamente el movimiento del concepto, suspender el proceso dialéctico insistiendo en la fuerza impositiva e insuperable de los hechos. El infortunio se desliza en el thema probandum: se utiliza la dialéctica en lugar de perderse en ella. Entonces el pensar soberanamente dialéctico retrocede al estadio predialéctico: la tranquila consideración de que cada cosa tiene dos caras.

La Racionalidad en Psicología y Economía - Herbert A. Simon

Síntesis y traducción de Gonzalo Martín, 2013 - @Gadabarthes

Mientras la Ciencia Económica ha tratado casi uniformemente la conducta humana como racional, la Psicología casi siempre la ha relacionado tanto con los aspectos irracionales como con los aspectos racionales de la conducta. La Ciencia Económica usa a veces el término irracionalidad, pero de una forma un tanto laxa y extensa (ej. Becker 1962), en tanto que el término racionalidad lo adopta de un modo muy restringido, de tal forma que quedarían excluidos del dominio de la racionalidad muchos de los fenómenos que la psicología sí incluye.

Las personas tienen sus razones para hacer lo que hacen. La sentencia de que cierta conducta es racional o razonable puede alcanzarse sólo si se observa la conducta en el contexto de un conjunto de premisas o "givens". La economía neoclásica considera que la conducta es objetivamente racional en relación con su entorno global, incluyendo tanto el presente como el entorno futuro conforme los actores se desplazan en el tiempo. 

En contraste con esto, otras ciencias sociales intentan identificar empíricamente la naturaleza y origen de los valores y de sus procesos de cambio y determinar la selección de aspectos de la realidad que son percibidos y postulados como los "givens" o bases factuales del razonamiento conducente a la acción. Además intentan comprender las estrategias computacionales que se usan en el razonamiento para abordar el análisis de situaciones complejas. Pero también las ciencias sociales pretenden describir y explicar la forma por la que los procesos no racionales (ej. motivaciones, emociones, estímulos sensoriales) influyen desplazando el foco de atención y la definición de la situación que condicionan las bases factuales de los procesos racionales.


Si aceptamos los valores como dados y consistentes, si postulamos una descripción objetiva del mundo como realmente es, y si asumimos que los poderes computacionales generadores de decisión son ilimitados, entonces surgirían dos importantes consecuencias. La primera es que no necesitaríamos distinguir entre el mundo real y la percepción de él que conduce a tomar una decisión: percibiríamos el mundo como realmente es. La segunda es que podríamos predecir las elecciones que tomaría un decisor racional, enteramente de nuestro conocimiento del mundo real y sin un conocimiento de las percepciones y modos de cálculo del decisor en cuestión. Lo único que tendríamos que conocer es su función de utilidad.

Si, por el contrario, aceptamos la hipótesis de que tanto el conocimiento como el poder computacional del decisor están severamente limitados, entonces tenemos que distinguir entre el mundo real y la percepción que de él tiene el actor y su forma de razonar acerca de él. Nuestra teoría debe incluir no sólamente los procesos de razonamiento sino también los procesos que generan la representación subjetiva del actor acerca del problema de decisión, su frame.
Simon 1978/1982
El individuo racional de la psicología cognitiva es aquél que toma sus decisiones de tal forma que resultan procedimentalmente razonables a la luz del conocimiento disponible y de sus medios de computación. Para comprender los procesos que los actores económicos emplean al tomar decisiones sería preciso observar estos procesos directamente mientras se están produciendo, bien sea en situaciones del mundo real, bien sea en el laboratorio, y/o interrogando al decisor sobre sus creencias, expectativas y métodos de cálculo y razonamiento. Las conclusiones a las que se llega dentro del marco de la maximización-utilidad se podrían alcanzar con igual facilidad sólo con basarse en unas asunciones mucho más debiles de "razonabilidad" en la conducta. (Becker 1962). Casi toda la acción, toda la habilidad para alcanzar conclusiones no triviales, deriva de asunciones factuales y muy poco de asunciones de optimización.

La Economía Neoclásica contemporánea dice proporcionar unas bases "no especulativas" para especificar la forma y el contenido de la función de utilidad, pero su espacio resulta inadecuadamente implementado si nos atenemos a la investigación empírica y al uso de técnicas econométricas. Milton Friedman (1953) nos diría al respecto que tendríamos que concentrar nuestros esfuerzos en probar las conclusiones, no las asunciones. Lo cierto es que a través de numerosos casos apreciamos que las conclusiones dependen en esencia, no de la optimización, como estos economistas pretenden, sino de la asunción auxiliar (no sometida a prueba) de que la interacción de suerte y dotes es aditiva más que multiplicativa, que es lo que la función de utilidad pretende establecer. La maximización utilitaria no es una condición necesaria ni suficiente para una conducta compensatoria.


En una teoría substantiva de la racionalidad no hay lugar para una variable como el foco de atención. Pero en una teoría procedimental puede ser de gran importancia saber bajo qué circunstancias ciertos aspectos de la realidad serán atendidos y cuáles ignorados. Si examinamos la argumentación de Keynes en La Teoría General del Empleo, el Interés y el Dinero (1936), vemos que en casi todos sus puntos se ajusta perfectamente al molde neoclásico de la racionalidad sustantiva. No obstante, las asunciones auxiliares (no importa si las consideramos como "irracionalidades" o simplemente como expectativas) interfieren en puntos que resultan críticos para la explicación del ciclo económico. Una de esas asunciones auxiliares es el postulado de que el trabajo es afectado por la ilusión del dinero (tendencia de la gente a confundir el valor facial del dinero -valor nominal- con el valor de compra -valor real-). La adición de este postulado sería suficiente para explicar el estancamiento económico y desempleo en la teoría keynesiana. El efecto en las teorías del ciclo económico parece residir no en las asunciones de racionalidad sino en las asunciones auxiliares acerca de procesos que la gente usa para formarse expectativas sobre eventos futuros.

Rees (1973, p. 201), en el manual donde expone esta teoría , señala el siguiente mecanismo: "La persona que por sí misma compitiendo entre cientos de ejecutivos más jóvenes, eventualmente accede a la presidencia de una gran empresa, sin lugar a dudas tiene cualidades especiales que dan cuenta de este ascenso, aunque difieren de las cualidades que caracterizan a un científico de éxito o a un comercial. En cualquier situación, un negocio que no funciona como monopolio perdería sus mejores ejecutivos si no tuviese en cuenta esas clases de habilidad que son relevantes para gestionar bien un negocio."

Debería ser esencial, para poder predecir la conducta con mayor precisión, tener una buena información empírica, tanto acerca de los tipos de información a los que el decisor tiene fácil acceso, como acerca de sus creencias y oponiones sobre los mecanismos del mundo sobre los cuales sus decisiones operan. Las fuentes más adecuadas de este tipo de información habrán de ser los estudios directos sobre el comportamiento, los valores, las creencias y las opiniones de los actores.

La Economía Neoclásica atribuye una certeza casi absoluta a la hipótesis de que la gente tiene funciones de utilidad consistentes y que de hecho maximizan sus utilidades en un sentido objetivo. Estos economistas se hallan dispuestos a hacer cualquier asunción auxiliar empírica que sea necesaria para reafirmar el postulado de la maximización de la utilidad, incluso si estas asunciones "empíricas" están sin verificar. Si se les exige una verificación tienden a aferrarse al argumento, que consideran una evidencia, de que esta teoría hace predicciones correctas, y se resisten a tomar en consideración que en vez de ello deberían fijar su atención directamente en los mecanismos de decisión y en los procedimentos. Dada la magnitud del a priori Bayesiano que expresa la confianza en esta teoría y la debilidad de las formas de evidencia indirecta que se utilizan para someterla a prueba, la Economía Neoclásica deviene esencialmente tautológica e irrefutable. Ello, pese a que se puede considerar un fracaso si se observa que la mayor parte de su "acción" -la fuerza de sus predicciones- deriva de asunciones auxiliares (normalmente no sometidas a verificación) que prefiguran el entorno en el cual las decisiones son tomadas. Los ejemplos y experimentos demuestran que las conclusiones más importantes a las que llega pueden ser igualmente alcanzadas, con la ayuda de las asunciones auxiliares, partiendo de otros postulados, como el de que la gente es procedimentalmente racional, y sin necesidad de asumir que maximizan la utilidad.

Por su parte, las teorías conductuales de la racionalidad atribuyen una certeza casi absoluta a la hipótesis de que los actores recurren para tomar sus decisiones a los mismos procesos básicos que han sido observados en otras actividades cognitivas humanas y que estos procesos son ciertamente observables. En las situaciones complejas en las que la información es sumamente incompleta (virtualmente en todas las situaciones del mundo real), las teorías del comportamiento niegan que exista ningún misterioso mecanismo que desencadene una conducta maximizadora de beneficios o utilidades. Lo que estas otras ciencias pretenden, es determinar cuál es el verdadero marco de la decisión, cómo emerge en las situaciones de elección, y cómo, dentro de ese marco, opera la razón. En este orden de complejidad no existe ningún principio rector de la predicción deductiva. Las leyes aparentes de la racionalidad procedimental se aproximan mucho más a la complejidad de la biología molecular que a la simpleza de la mecánica clásica.

Existe en Psicología un importante cuerpo teórico, que ha sido verificado empíricamente, acerca de los procesos que en las personas realmente se producen para adoptar decisiones limitadamente, o "razonablemente",  racionales. Este cuerpo teórico afirma que los procesos de elección son sensibles a la complejidad de los contextos de toma de decisiones así como a los procesos de aprendizaje.

La aplicación de esta teoría procedimental de la racionalidad a la economía requiere una investigación empírica mucho más extensa, gran parte de la cual debe centrarse en los niveles micro-micro, para determinar específicamente cómo el proceso se adapta al contexto en los entornos económicos reales, y las consecuencias de la interacción para los resultados de estos procesos. La ciencia Económica sin la investigación psicológica  y sociológica que permita determinar los presupuestos de las situaciones de toma de decisión, el foco de atención, la representación del problema, y los procesos usados para identificar las alternativas, estimar las consecuencias, y elegir entre distintas posibilidades, ese tipo de economía es una tijera de una sóla hoja. Debemos ser capaces de sustituir este instrumento por otro que sirva para cortar el velo de nuestra ignorancia acerca del comportamiento racional humano.


Simon, H.A., "Rationality in Psychology and Economics" The Journal of Business, Vol. 59, No. 4, Part 2: The Behavioral Foundations of Economic Theory. (Oct., 1986), pp. S209-S224.

Lógica, lenguaje y argumentación

Una lectura de Wittgenstein a cargo de Michel Leyer, en Hachette, Buenos Aires, 1987

Síntesis por Gonzalo Martín, 2013 - @Gadabarthes

La Teoría de los Tipos, que inicialmente enunció Bertrand Russell tras arrojar su famosa paradoja sobre la Teoría de Conjuntos de Frege, llevada al límite implicaría la necesidad de salir del lenguaje para poder hablar de él, con lo cual se erige a sí misma en paradoja al perderse en una regresión infinita. Las condiciones de uso del lenguaje son inmanentes a él, es decir, en palabras de Wittgenstein "el lenguaje debe hablar por sí mismo" y "la lógica debe cuidar de sí misma". No existe un sujeto puro exterior al mundo que pueda dar cuenta de él y esto es lo que Wittgenstein intentó establecer mientras se mantuvo fiel a lo expuesto en el Tractatus, donde quiso rehabilitar al lenguaje natural. La lógica del lenguaje no es externa a él, la circularidad no es una contradicción sino una coverificación substanciadora. Lo real es percibido com una presencia ausente, como forma. Las proposiciones refieren hechos, lo que las hace verdaderas es la correspondencia con hechos reales. La lógica del lenguaje adhiere un sentido a la proposición: emerge a su través sin ser dicha.

"Lo que puede mostarse no puede decirse"[1] aún cuando esto último pueda ser dicho: "la lógica cuida de sí misma, sólo debemos mostrar como se hace". Para Russell el lenguaje es una imagen de lo real: los nombres denotan objetos. Si no fuese así, los nombres no serían nombres, y las descripciones serían finalmente nombres fracasados. La experiencia es el método de validación. En cambio para Wittgenstein, comprender el lenguaje implica estar inmerso en él. Comprender el sentido de una palabra obliga a deslizarse por entre otras palabras. Una lengua es el despliegue de cualquiera de las palabras que la componen; es una inmensa tautología. Por extensión, una proposición dibuja el mapa de algo posible, una imagen del mundo, una sugerencia de virtualidades. El lenguaje arroja su propia imagen, no la del mundo. Para Wittgenstein el lenguaje es sintético. El signo lingüístico es relación con el mundo.
"La teoría de la imagen se introduce muy temprano en la exposición del Tractatus. Después de haber definido al mundo como totalidad de los hechos, a los hechos como existencia de estados de cosas, y los estados de cosas como combinación de objetos, Wittgenstein plantea que 'nosotros nos formamos imágenes de los hechos'[2], y comenta la palabra 'imagen'. Una imagen representa la existencia y la no-existencia de estados de cosas; ella es un 'modelo' de la realidad". Granger

La proposición se limita a referir un hecho que puede no producirse[3]. Un estado de cosas es independiente de la no-ocurrencia del hecho. No hay no-hechos, en cambio existe la posibilidad de que un estado de cosas no exista.
"El lugar espacial y el lugar lógico concuerdan en que ambos son la posibilidad de una existencia"[4]
Wittgenstein admite dos formas tautológicas del lenguaje: la una es la repetición de una forma lógica que remite a sí misma en espiral infinita, y la otra es una relación "vacía" con el mundo. Es esta la que se configura como una participación particular de lo real. Esta relación tautológica se resume en que el lenguaje muestra lo que parece decir, no dice el mundo en sí mismo, sino que se limita a decir mundo. Esto es lo que hace que el pensamiento y la referencia al mundo se confundan en un mismo acto cognitivo.

En tal punto, de las siete proposiciones fundamentales del Tractatus conviene recordar estas, las cuatro primeras y la última:
  1. El mundo es todo lo que acontece.
  2. Lo que acontece, el hecho, es la existencia de estados de cosas.
  3. La imagen lógica de los hechos es el pensamiento.
  4. El pensamiento es la proposición que tiene sentido
      7.  Aquello sobre lo cual no se puede hablar, hay que callarlo.


Así pues, los verdaderos problemas, los filosóficamente esenciales, son indecibles. El Tractatus es un tratado del silencio, llama la atención sobre el sinsentido proposicional de lo que como sujetos hablantes ya hemos visto, o una vez visto resulta superfluo querer decir. La racionalidad del lenguaje no descansa sobre una construcción lógica sino sobre una retroalimentación situacional. La simplificación es una pretensión humana orientada a la acción práctica.
"El sujeto no pertenece al mundo; más bien es un límite del mundo"[5]

1. Tractatus 4.122.
2. Íbid 2.1.
3. Íbid 1.21.
4. Carnets, p. 66 Ver también p. 96 y p. 101.
5. Tractatus, 5.632

El substrato léxico de la socialización

Gonzalo Martín, 2009 - @Gadabarthes, 2013
Po la forma de evolucionar el lenguaje asociado podemos hacer un seguimiento de la evolución del papel de determinadas estructuras sociales; tal es el caso de las relaciones de parentesco. Comprobémoslo mediante un somero vistazo. De las seis modalidades básicas de parentesco, dos han quedado obsoletas en nuestro entorno social, la de leche y la espiritual, lo que ha dado lugar, en el primer caso a la práctica desaparición del vocabulario referido a ella en el lenguaje vivo, en tanto que de la relación espiritual (asociada al rito bautismal) sólo perviven los términos  padrino y madrina, aunque con un sentido más ceremonial que vinculativo y protector como lo era en origen; los términos compadre y comadre, allí donde subsisten se utilizan para expresar una relación de amistad en lugar de la primitiva relación mística contraída merced a relaciones cruzadas, a raíz del bautismo, de individuos pertenecientes al círculo familiar o social más cercano.

Cierta resistencia léxica se aprecia en expresiones tales como que los lazos de consanguinidad sigan utilizándose para denotar el vínculo genético por excelencia, a pesar del avance científico y conceptual en relación con la herencia biológica, siendo equivalentes sangre y genes a la hora de expresar la máxima proximidad parental. También el parentesco político sigue vigente en muchas lenguas, en español desde luego lo está, y nutre gran cantidad de refranes, dichos y tópicos que ilustran la poliédrica consideración que a esta relación se da en la sociedad actual.

Ahora bien, son los restantes tipos de relación de parentesco los que más han evolucionado y mayor renovación léxica están reportando. La noción de familia se ha diversificado dando origen al concepto de familia nuclear (dos generaciones) prolongado en el de familia extensa (tres generaciones), pero, además, las relaciones no formalizadas basadas en la convivencia han dado origen a la familia agregada, y las recomposiciones de parejas con hijos procedentes de otras relaciones se configuran como familia ensamblada, mezclada, constituida o mecano. Hay, además familias homoparentales (constituidas por parejas homosexuales), familias monoparentales (presencia de un solo progenitor), familias unipersonales (formadas por una única persona), familias desestructuradas (víctimas de unas malas relaciones), familias de acogida o familias canguro (aceptoras de niños desatendidos), y también existen las familas de adopción (en las que se integran niños que adquieren los derechos de cualquier hijo biológico). A estos modelos relacionales hay que sumar la variedad de expresiones que vienen a glosar las circunstancias y el desenvolvimiento de todos estos grupos sociales internamente y frente al resto de la sociedad.

En el ámbito de los afectos, de las emociones, el lenguaje vehicula mayores complejidades cognitivas, abundando en las esencias de la cosmovisión de cada pueblo. Así, el amor, en opinión de Kövecses, puede ser definido mediante un modelo cognitivo compuesto por combinaciones de entidades y predicados, es decir, esquemas proposicionales. Básicamente, el modelo consiste en un escenario idealizado y prototípico que recorre tres niveles de intensidad emocional que van desde la afirmación tópica del lugar del amor entre los sentimientos, en un estado de atracción y excitación límite, hasta el descontrol y evocación de los placeres, las actitudes, los actos y las afecciones psicosomáticas, junto a una confirmación de los estados anímicos atribuidos genéricamente a estas situaciones y las manifestaciones psicosociales de los mismos. Estas proposiciones configuran, además, una compleja trama de imágenes físicas y conceptuales, y de cualidades y magnitudes perceptibles en las mismas.

No se limita al esquema proposicional la caracterización lingüística del universo emocional; también las metáforas y las metonimias juegan en ello un papel de primer orden. En el caso del amor, la comida, la belleza, la fuerza o las conductas sociales constituyen el referente más habitual de las construcciones metafóricas que lo designan. Para Kövecses la estructura de las emociones consta de cuatro bloques:
  1. un sistema de metonimias conceptuales;
  2. un sistema de metáforas conceptuales
  3. un conjunto de conceptos relacionados; y
  4. una categoría de modelos cognitivos, uno o más de los cuales son prototípicos.

Por su parte Quinn halló tras una serie de trabajos de campo, que existen palabras de escenario que sirven como concepto de base para un conjunto de términos relacionados. En el caso del amor, una palabra de escenario es “compromiso”, que a través de sucesivas reformulaciones en los distintos estadios de la relación en sí, permiten entender los afectos y las actitudes involucradas en dichas fases. Constituyen un oportuno ejercicio de polisemia que se produce a la par que lo referido muda de coordenadas sociales.

La ira es modelizada lingüísticamente en japonés, según K. Matsuki, recurriendo a tres espacios anatómicos que pueden ser invadidos por un líquido caliente: en el hara (vientre) las emociones se mantienen morigeradas (no lo dejes salir de hara expresa una llamada a controlar esa ira), pero una vez que las presiones vencen esas resistencias, la emoción asciende a mune (el pecho) donde se hace sentir como algo perturbador, nocivo. Cuando se pierde el control, ese fluido caliente invade atama (la cabeza) donde se produce el estallido de la ira. Es en esta escala secuencial, metafórica, donde el concepto de  irascibilidad queda holísticamente caracterizado en japonés, no en parciales definiciones del vocablo ira, o de alguna de sus manifestaciones o fases. En otras lenguas hallamos cierto paralelismo, tal y como nos explica Kövecses, que recurriendo a una metáfora ontológica muy similar, el calor de un líquido en un contenedor, obtenemos un escenario, o conjunto de ellos, en el cual un conjunto de expresiones prefiguradas permiten describir el proceso de la ira y sus diferentes estados: la ira líquida asciende; la ira produce vapor y presión sobre el contenedor; cuando la ira se vuelve demasiado intensa, la persona explota; cuando la persona explota, partes de ella saltan por el aire y lo que tuviera dentro escapa. (Ejemplo: “Estaba que explotaba de ira”). La ira como sustantivo de masa y no contable es metaforizado mediante un cuerpo que admite varios estados y una escala que cuantifica y gradúa la transición entre éstos. Estos sistemas de metáforas en conjunto constan de correspondencias ontológicas y epistémicos entre los dominios de origen y meta que es preciso distinguir:
  1. Correspondencia ontológica:
    1. Origen: calor de líquido en contenedor
    2. Meta: ira
  2. Correspondencia epistémica:
    1. Origen: el efecto de calor intenso en un líquido es calor del contenedor, presión interna y agitación
    2. Meta: el efecto de la ira intensa es calor corporal, presión interior y agitación

La metáfora y la metonimia se alían, pues, paras describir la complejidad del universo emotivo; la metáfora nos proporciona las imágenes y la metonimia nos permite utilizar los efectos fisiológicos de una emoción para representar la emoción misma.

La génesis de los sentimientos radica, según diversos autores, en un proceso que comienza con la alerta. A continuación se darían emociones de aversión y atracción. Luego intervendría la evaluación de la capacidad de control y, finalmente, se produciría una confrontación con las expectativas sociales. Por esta razón, Ortega llama estimativa a la ciencia de los valores, dada la necesidad de sopesar diferentes capacidades y opciones antes de calificar las emociones.

El lenguaje sentimental guarda, según Marina, una enorme cantidad de información sobre el ser humano, recopilada, organizada, tramada por muchas generaciones. En el léxico subyace una teoría completa del ser humano, de su comportamiento, sus motivos, sus esperanzas, incluso de su propia estructura mental. La parte del cerebro que gobierna la inteligencia se adapta mejor y más rápidamente que la parte que gobierna los sentimientos, lo que ha llevado a la cultura occidental a un corte entre los sentimientos y la inteligencia, en general para minusvalorar aquellos, menos controlables, en favor de esta: "Hasta tal punto es claro, que la palabra con que los griegos designan el mundo afectivo es 'pathos', que pasa en castellano a la palabra 'patología', que etimológicamente significa "ciencia de los sentimientos", pero que en realidad se usa como "ciencia de las enfermedades", porque se consideraba que los sentimientos eran enfermedades”.

Pero, además, el análisis léxico de los sentimientos nos permite comprobar que existen similitudes y diferencias que nos remiten, las unas, a los mecanismos gnoseológicos elementales, en tanto que las otras nos permiten apreciar distintas líneas evolutivas del cuerpo social, del conocimiento y de su expresión. Hallamos mediante este análisis dos primitivos semánticos: bueno y malo, además del verbo sentir que es “un modo básico de ser consciente, que no está claramente calificado ni como cognitivo ni como afectivo…” . Del participio de este verbo, sentido, sustantivado emanan tres acepciones: órgano sensorial, significado de algo y dirección; siendo ésta última su significación primaria, de la que derivaría significado como encaminamiento de un signo hacia su representado; y finalmente órgano sensorial, como forma de adquirir significados. Si nos remitimos al significado originario de los términos, hallamos que sentir y experimentar son dos formas de viajar (desplazar la atención de un punto a otro), lo que nos ayuda a entender las claves de cómo se va configurando el universo conceptual mediante mecanismos léxicos que utilizan distintas formas de adquisición de los vocablos; aunque con el tiempo y la descontextualización de sus sucesivas acepciones se termina perdiendo aquel nexo original entre el significante y el significado.

Hay, para Marina, cinco dimensiones básicas que permiten expresar el dominio afectivo, cinco oposiciones, que permiten calificar las experiencias y las cosas: Relevante/irrelevante, atractivo/repulsivo, agradable/desagradable, apreciable/despreciable y activador/represor. Sobre este espacio multidimensional podríamos ubicar y caracterizar todo el universo emocional que el lenguaje ha ido envolviendo en estructuras significantes, las cuales, con el tiempo pueden llegar a distraer de aquéllos contenidos complejos que inicialmente constituian su objetivo referencial. Cumple ahora a la sociolingüística desentrañar y reubicar  las historias, las metáforas, los avatares con los que las emociones han ido recamando su tejido léxico, mediante el cual en cada momento se comunica aquello de las emociones que se quiere y/o puede manifestar, y en la forma en que la sociedad del momento sabe o admite que sea expresado.

Con  estas cinco dimensiones, cree Marina poder rendir cuentas de todo el confuso y relativo universo de las interioridades del ser humano, que seguramente seguirá evolucionando en este aspecto conforme se adapta a un entorno social de vertiginosos cambios. El psicólogo L. R. Goldberg, en quien Marina ha basado parte de su investigación, afirma que “aquellas diferencias individuales que son más significativas en las relaciones diarias de unas personas con otras serán condificadas en su lenguaje”, lo que de ser cierto garantiza que los sentimientos seguirán moldeando indefinidamente el habla porque nuevas sensaciones, o las mismas pero bajo una óptica novedosa o reinterpretada, irrumpirán en el terreno emocional y en las relaciones cotidianas, donde todo ello habrá de ser comunicado con la fidelidad o la distancia que en cada ocasión sean requeridas.

No obstante, otros autores discrepan, como es el caso de Ortony, Clore y Collins que no creen que el estudio de las palabras sirva para estudiar los sentimientos, porque “la estructura del léxico de las emociones no es isomórfica con la estructura de las emociones mismas”.  Greimas, por su parte, sostiene que el significado de los términos emocionales incluye “un plan  narrativo abreviado” y ello obligaría a conocer el antecedente, la intensidad, las manifestaciones y el desenlace de una palabra-sentimiento para poder comprenderla.

Veamos, a continuación, cómo se acomoda el lenguaje a un uso interesado o comercial mediante mecanismos retóricos, que obvian aquellos significados que no cuadran a determinados intereses, a la vez que refuerzan interpretaciones sesgadas e incluso imposturas semánticas, merced a las ambigüedades y piruetas que el lenguaje permite, por sus propias inconsistencias y por su connatural recurso a las imágenes -sumamente manipulables- como forma de abstraer de la realidad aquello que se desea convertir en mensaje y dotarlo de eficacia comunicativa.

En relación con el papel creciente del concepto de bienestar en las sociedades avanzadas, el profesor Díaz Rojo afirma que salud, belleza y juventud son los tres pilares sobre los que se construye el discurso publicitario destinado a promover el consumo de los sistemas y productos de salud, que supuestamente conducen a ese estado de plenitud psicofísica, fundiéndolos en una nueva forma de hedonismo que es equiparado a salud integral. El estilo de vida, de carácter individual y con una fuerte carga consumista, pasa a ocupar un primer plano frente a los modos externos de vida, regidos por factores del entorno social y por condicionantes biológicos, que determinan la calidad de vida de los individuos más allá de su actitud ante el mercado del bienestar. Se identifica intencionadamente salud con bienestar, haciendo distinciones claras según el mensaje se dirija a hombres o a mujeres, en refuerzo del rol social que interesa o rige en el contexto social concreto sobre el que se opera. De igual modo, los valores más anticapitalistas surgidos en torno al movimiento hippy de los años 60, como los viajes exóticos, las terapias alternativas, los alimentos naturales o las filosofías orientales, han sido asimilados por el sistema y se utilizan concienzudamente para arbitrar nuevas líneas de negocio bastante lucrativas.

La salud se ha convertido en un bien de consumo que ha desplazado a otras necesidades materiales más valoradas en décadas anteriores. Esta salud, perfectamente discriminativa en cuanto al sexo, se asocia con distintos parámetros de belleza, vigor, relajación, acción, sociabilidad, éxito y felicidad, para substanciar un nuevo mercado que se vale de equívocos léxicos, sabiamente traducidos en lemas y sometidos a la más avanzada mercadotecnia. Hasta tal punto es así, que se llega a considerar determinados estados naturales, no conformes a dichos patrones de perfección  -léase calvicie-, como alteraciones patológicas; del mismo modo que se trueca la semántica de términos como salud, sensualidad, bienestar, placer y felicidad, todo ello con el único objeto de hacer circular el numerario y crear una nueva mentalidad donde el concepto que de sí mismo adquiere el ser humano se convierte en un motor del modelo económico que propugna tales estereotipos.

La aureola de prestigio de determinados estados de bienestar se traslada a los productos y servicios que lo dispensan, igual que ocurre, en otro plano, con lo científicamente avanzado. Para emblematizar ello se recurre a códigos cromáticos que se asocian a las distintas categorías de significado (pureza, naturaleza, tradición, frescor, prestigio, pasión, etc.) y se explotan latinismos o términos científicos (endorfinas, antioxidantes, piridinoles, etc.) porque evocan bucolismos antiguos o porque sugieren precisión e infalibilidad sin poner al alcance del consumidor el significado estricto y los arcanos que encierran.

Surge así el concepto de wellnes como filosofía que propone al ser humano una situación óptima en lo biológico y social asentada sobre seis dimensiones: emocional, física, espiritual, social, intelectual y ocupacional  o vocacional. En este contexto, la belleza, el placer, el esparcimiento y la salud se han entreverado conceptualmente y todos estos factores pueden ser causa o efecto de los otros, según los servicios que se oferten en cada caso para alcanzar el supremo objetivo del bienestar como status. La juventud ha perdido el significado de etapa de la vida, para pasar a ser un estado permanente asociado a modos de vida y actividades que forman parte de la maquinaria económica basada en una oferta creciente de productos y en un consumo ávido de los mismos, que es como decir un consumo de los significados que vehiculan.

También en el ámbito de la medicina han irrumpido con fuerza las corrientes alternativas, espontáneamente surgidas entre grupos “antisistema”, pero sabiamente adoptadas e impulsadas por los grupos de presión relacionados con la gestión pública en EEUU (extendiéndose de ahí al resto de paises desarrollados), donde se ha intentado desacreditar los sistemas públicos de salud en favor de instituciones y agentes privados, que han adoptado entre otros los sistemas alternativos, antes virulentamente denostados y hoy elevados a la categoría de complementarios e incluso sustitutivos, pero siempre encaminados a proporcionar esa salud integral que los mecanismos forjadores de opinión previamente han abonado. La noción de salud, por tanto, está intensa y provechosamente poblada de juegos léxicos que condicionan  la percepción que del estado del propio cuerpo y de la mente los individuos en cada momento tienen.

Configurar el mundo con la lengua

Ingeniería léxica y percepción inducida

Gonzalo Martín, 2008 - @Gadabarthes, 2013

El lenguaje registra de muy diversos modos los avances materiales del ser humano. Por lo general, la gran dependencia respecto de los instrumentos con los que se interacciona, se modifica o se obtiene algún beneficio del medio induce continuos cambios lingüísticos que permiten referise a aquéllos y a sus funcionalidades -más allá del contexto técnico y reducido en el que se suelen generar- con creciente familiaridad y aceptación. Igualmente, en ocasiones, se dan fenómenos de pervivencia en el habla de elementos referidos a objetos o materiales en desuso pero aplicados a situaciones nuevas o instrumentos más evolucionados, a los cuales no cuadra aparentemente la significación que palabras “desfasadas” transmiten. Estos fenómenos permiten apreciar la importancia que estos vocablos han llegado a tener durante algún estadio de gran significación para el grupo social, por la cual se llega a una extensión metaforizada del uso del término o expresión.

La utilización de la metáfora, como proyección de una esfera cognitiva en otra, es parte fundamental del proceso creativo del habla. Consiste en recurrir a una idea de consistencia sólida, asentada y relativamente sencilla en lo conceptual -origen- para construir una idea en un orden de pensamiento más elaborado -meta-. Es un principio constitutivo del pensamiento humano que utiliza como fuente primaria la imaginación. Las metáforas orientacionales y las metáforas ontológicas son de uso muy frecuente, pero su naturaleza figurativa pasa desapercibida porque está sólidamente incorporada al sistema referencial. La metonimia es asimismo un recurso habitual en el habla que acaba consolidando unos significantes secundarios como si de primarios se trataran; es el caso, por ejemplo, de las “marcas por antonomasia” que acaban siendo utilizadas para referirse al objeto común designado. Un ejemplo, síntesis de ambos mecanismos, se da en las lenguas nahuatl y maya, donde muchos difrasismos (dos palabras emparejadas para formar una unidad metafórica singular) son una metonimia construida sobre una metáfora, son politropos; por ejemplo, la expresión “Mi penacho, mi cuerda en el cuerpo” se utiliza para designar la relación entre la vestimenta del esclavo y la función social que le es atribuida a éste, es decir para referirse al esclavo. La metáfora “alguien a quien se encarga una tarea difícil es un esclavo” está enlazada a la metonimia “un esclavo usa ropa de esclavo” para construir una metonimia de orden superior: “la ropa de un esclavo tiene un penacho de plumas y una cuerda” en la que se basa el difrasismo utilizado por los nahuas.

La relación entre el lenguaje y el entorno no es un hecho determinístico sino más bien un continuo pero flexible acomodamiento que confiere a la comunidad de hablantes un nivel de operatividad adecuado a las necesidades cambiantes, y también mantiene su capacidad de “mapear” lingüísticamente el universo material en el que se desenvuelve. Esto lo podemos apreciar con bastante nitidez en el mundo actual, donde se suceden vertiginosos cambios tecnológicos, que conllevan una incesante renovación del vocabulario y de la fraseología habitual: la informática, el conocimiento del espacio, la divulgación de los avances científicos, etc., trasladan al habla cotidiana conceptos y términos que sirven para denotar situaciones, emociones o actos dispares y no necesariamente relacionados con el contexto original. Utilizamos, por ejemplo, resetear referido a los pensamientos, o hablamos del nivel de feromonas para aludir al impulso amoroso, o llamamos “agujeros negros” a individuos o situaciones muy negativas, o, finalmente, utilizamos el término “escanear” para expresar el intento de averiguar las interioridades de alguien o algo.  Todos estos ejemplos ilustran el mecanismo de adaptación al habla de los avances tecnológicos en la civilización occidental, pero en otras culturas más arraigadas en el medio natural también podemos apreciar estos y otros procesos designativos altamente esclarecedores del fenómeno que estamos abordando.

No es sólo en el cambio léxico donde las hablas implementan la relación con el medio, en la gramática existen técnicas que distintas familias de lenguas utilizan de modo semejante para mejor destacar las cualidades más relevantes del entorno vital de sus practicantes. Es el caso de las clases nominales (sistemas gramaticales cerrados) en lenguas como el bantú, el dyirbal y las lenguas con género gramatical (español, francés, etc.), y de los clasificadores nominales (formas libres) como los de las lenguas del sureste asiático y otras regiones alejadas incluso. Estos mecanismos consisten en la utilización de sufijos, unos que expresan las distintas formas, la animicidad, el control y la consistencia física de las substancias, y otros que indican la oposición singular-plural. No obstante, el esquema no es tan sencillo, categorías, como en los sistemas protobantúes, de significado no corresponden exactamente  a las clases gramaticales basadas en la asignación de prefijos. Algunas clases parecen contener más de una categoría semántica (extenso-largo y disperso, por ejemplo). Lo que sí parece bien establecido es que las clases nominales del bantú tienen “«valores nocionales centrales», muchos de los cuales «incluyen interpretaciones situadas culturalmente y basadas en la experiencia, de las entidades específicas denotadas por los sustantivos»”.

Las lenguas atabascanas de Norteamérica, como el navajo y el apache, consignan a los verbos las funcionalidades que las lenguas bantúes depositan en los prefijos de concordancia. Estos verbos contienen información tanto nominal como verbal, recurriendo a procedimientos como unir la figura (forma) al hecho-de-movimiento; es decir, un trayector puede revelarnos unas dimensiones físicas que resultan relevantes para el hablante.

Existen, pues correspondencias semánticas entre las lenguas apaches y las bantúes, pese a la insalvable separación física y las peculiaridades estructurales, hasta tal punto que hallamos 10 clases en bantú y trece en apache y se contempla en ambas la animicidad, la longitud y el carácter líquido de las cosas designadas. Se diferencian en el interés mayor que muestra el bantú por diferenciar a los seres humanos de los animales, la curvatura de los objetos, el reconocimiento de sustancias intangibles y la evaluación social. El apache tiene unas clases mucho más regulares y predecibles y, además, fusiona el verbo con los clasificadores nominales, lo cual puede revelar un mayor énfasis en la descripción de la adecuación de los objetos y animales para su manipulación mecánica; en tanto que el bantú clasifica mejor los objetos a distancia. Esta última es una característica de las tribus de cazadores-recolectores que viven en entornos abiertos, en contraposición a los cazadores-recolectores que viven en entornos boscosos y muestran un estilo proximal de clasificación (los sistemas atabascanos se originaron en el bosque boreal). La escala de clasificadores nominales puede, según se utiliza en distintas familias de lenguas, reflejarse en función de lo que es menos relevante a lo que es más relevante de la siguiente forma: morfema libre en sintagma nominal > afijo en sustantivo > afijo en verbo > supletivo verbal.

Observemos, para terminar, mecanismos lingüísticos similares a los anteriores, presentes en el habla de las gentes del Valle de Benasque. En concreto, fijemos nuestra atención en el hecho de que para clasificar el ganado, existe en patués un sistema de afijos que permiten expresar la idea de conjunto –ame y –ume (caballáme, mulatáme, etc. y bacúme, crabúme) o el acto de cubrir el macho a la hembra –i (marrí, torí). Esto demuestra que determinados procedimientos traspasan todo tipo de fronteras geográficas y culturales y se manifiestan de muy diversos modos en la forma de construir gramaticalmente una lengua o de enriquecer su léxico.