Una lectura de Wittgenstein a cargo de Michel Leyer, en Hachette, Buenos Aires, 1987
Síntesis por Gonzalo Martín, 2013 -La Teoría de los Tipos, que inicialmente enunció Bertrand Russell tras arrojar su famosa paradoja sobre la Teoría de Conjuntos de Frege, llevada al límite implicaría la necesidad de salir del lenguaje para poder hablar de él, con lo cual se erige a sí misma en paradoja al perderse en una regresión infinita. Las condiciones de uso del lenguaje son inmanentes a él, es decir, en palabras de Wittgenstein "el lenguaje debe hablar por sí mismo" y "la lógica debe cuidar de sí misma". No existe un sujeto puro exterior al mundo que pueda dar cuenta de él y esto es lo que Wittgenstein intentó establecer mientras se mantuvo fiel a lo expuesto en el Tractatus, donde quiso rehabilitar al lenguaje natural. La lógica del lenguaje no es externa a él, la circularidad no es una contradicción sino una coverificación substanciadora. Lo real es percibido com una presencia ausente, como forma. Las proposiciones refieren hechos, lo que las hace verdaderas es la correspondencia con hechos reales. La lógica del lenguaje adhiere un sentido a la proposición: emerge a su través sin ser dicha.
"Lo que puede mostarse no puede decirse"[1] aún cuando esto último pueda ser dicho: "la lógica cuida de sí misma, sólo debemos mostrar como se hace". Para Russell el lenguaje es una imagen de lo real: los nombres denotan objetos. Si no fuese así, los nombres no serían nombres, y las descripciones serían finalmente nombres fracasados. La experiencia es el método de validación. En cambio para Wittgenstein, comprender el lenguaje implica estar inmerso en él. Comprender el sentido de una palabra obliga a deslizarse por entre otras palabras. Una lengua es el despliegue de cualquiera de las palabras que la componen; es una inmensa tautología. Por extensión, una proposición dibuja el mapa de algo posible, una imagen del mundo, una sugerencia de virtualidades. El lenguaje arroja su propia imagen, no la del mundo. Para Wittgenstein el lenguaje es sintético. El signo lingüístico es relación con el mundo.
"La teoría de la imagen se introduce muy temprano en la exposición del Tractatus. Después de haber definido al mundo como totalidad de los hechos, a los hechos como existencia de estados de cosas, y los estados de cosas como combinación de objetos, Wittgenstein plantea que 'nosotros nos formamos imágenes de los hechos'[2], y comenta la palabra 'imagen'. Una imagen representa la existencia y la no-existencia de estados de cosas; ella es un 'modelo' de la realidad". Granger
La proposición se limita a referir un hecho que puede no producirse[3]. Un estado de cosas es independiente de la no-ocurrencia del hecho. No hay no-hechos, en cambio existe la posibilidad de que un estado de cosas no exista.
"El lugar espacial y el lugar lógico concuerdan en que ambos son la posibilidad de una existencia"[4]Wittgenstein admite dos formas tautológicas del lenguaje: la una es la repetición de una forma lógica que remite a sí misma en espiral infinita, y la otra es una relación "vacía" con el mundo. Es esta la que se configura como una participación particular de lo real. Esta relación tautológica se resume en que el lenguaje muestra lo que parece decir, no dice el mundo en sí mismo, sino que se limita a decir mundo. Esto es lo que hace que el pensamiento y la referencia al mundo se confundan en un mismo acto cognitivo.
En tal punto, de las siete proposiciones fundamentales del Tractatus conviene recordar estas, las cuatro primeras y la última:
- El mundo es todo lo que acontece.
- Lo que acontece, el hecho, es la existencia de estados de cosas.
- La imagen lógica de los hechos es el pensamiento.
- El pensamiento es la proposición que tiene sentido
Así pues, los verdaderos problemas, los filosóficamente esenciales, son indecibles. El Tractatus es un tratado del silencio, llama la atención sobre el sinsentido proposicional de lo que como sujetos hablantes ya hemos visto, o una vez visto resulta superfluo querer decir. La racionalidad del lenguaje no descansa sobre una construcción lógica sino sobre una retroalimentación situacional. La simplificación es una pretensión humana orientada a la acción práctica.
"El sujeto no pertenece al mundo; más bien es un límite del mundo"[5]
1. Tractatus 4.122.
2. Íbid 2.1.
3. Íbid 1.21.
4. Carnets, p. 66 Ver también p. 96 y p. 101.
5. Tractatus, 5.632
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