Neoliberalismo: La Era Reagan

Recién arribado a la presidencia, Ronald Reagan lanzó un osado programa que, en caso de llegar a su conclusión, alteraría profundamente la política económica de los Estados Unidos. Estimando la economía como si en estado de crisis estuviese, el programa de Reagan para la "revitalización" económica había sido incubado por los teóricos neoconservadores en torno al nuevo presidente inspirados en la doctrina económica de la Escuela de Chicago. Para fortalecer las supuestamente reprimidas energías del capitalismo "de crisis" y restituir el crecimiento, el plan Reagan ofrecía una triada de medidas:
  • Fuertes recortes presupuestarios para reducir el gasto público
  • Aminoración impositiva, especialmente en los sectores más elevados y de negocios, para estimular la inversión
  • y una retirada sensible de las actividades económicas y la regulación social por parte del Estado.
Esta política era de carácter eminentemente economicista y Reagan creyó poder prometer un periodo de crecimiento no inflacionario. A pesar de las muchas dudas suscitadas, Reagan sometió este programa al Congreso en 1981 -un fuerte descenso de la presión fiscal, un recorte presupuestario de 43 billones de dólares a costa de programas domésticos, y disminución de la presencia estatal en cuestiones medioambientales y de regulación del sector de negocios. Los demócratas se resistieron a este retroceso en las políticas fiscales y de gasto público, pero las fructíferas apelaciones del presidente a la opinión pública, combinadas con el fallido intento de asesinato, le proporcionaron un irresistible apoyo popular.
La política económica de Reagan fue puesta en cuestión severamente en el otoño de 1981 cuando la recesión económica se agudizó. Los informes de Wall Street eran contundentes y el remate lo propinó el reconocimiento por parte del Director del Presupuesto de que los gastos excesivos en Defensa acaparaban los recortes en otros sectores y ocasionaban continuos y tremendos déficits. Entre tanto, los sondeos de opinión mostraban una convicción creciente de que las reducciones de impuestos beneficiaban principalmente a los más ricos. La prosperidad prometida no parecía calar de los sectores pudientes hacia los estratos inferiores.
La revolución había encallado y 1982 transcurrió entre grandes conflictos presupuestarios. La inflación sobrepasó las cifras dobles, pero los tipos de interés permanecieron altos hasta el otoño, momento en que la Reserva Federal se vio obligada a tomar la iniciativa, infringiendo reiteradamente el tabú de la intervención, lo que propició sucesivas bajadas. El desempleo en 1982 era el más alto en 40 años. El futuro político de la Administración Reagan dependía claramente del comportamiento de los restantes agentes económicos a los planteamientos economicistas. Es decir, todo quedaba supeditado a la azarosa prepotencia de los sectores industrial y financiero.

Este fue el experimento fallido de las políticas neoliberales en el corazón mismo del imperio. Para su puesta en marcha fue preciso suponer una situación de crisis sobre la que actuar con carácter de urgencia. El resultado fue demoledor para el interés ciudadano. En el caso de la España del siglo XXI, torpemente encaramada al carro del desarrollo descontrolado, la crisis, que fue en sí una orquestación de los mercados para distraer del propio fracaso de las medidas ultraliberales que desde los 80 se habían ido extendiendo, ha servido igualmente para adoptar unas políticas fuertemente antisociales con el fin pantalla de redimir al erario exhausto, aunque el verdadero objetivo era y es reforzar los privilegios de unos sectores económicos cada vez más ajenos al desenvolvimiento del común de los mortales. Cuando la revolución neoliberal podía darse por completamente fracasada, algunos países se han prestado, entre la euforia de unos y la ingenuidad de otros, a servir de terreno de pruebas para la puesta a punto de una nueva variante, mucho más voraz, de la bestia antropófaga.

Y todavía quedan tremendos desequilibrios por encarar.


Síntesis y comentarios de Gonzalo Martín, de ALBARRACÍN, J., et al.; La larga noche neoliberal. Políticas económicas de los 80. Barcelona, Icaria, 1994.

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