Glorificación del interés particular


El neoliberalismo proclama sin reservas que el éxito material es indicativo de virtud, más concretamente, que evidencia la superior capacidad de algunos para el trabajo y la abnegación. Estas serían virtudes emanadas de Dios y ratificadas por la Naturaleza que limitaría las oportunidades y condiciones de vida en la tierra. El máximo deber individual consiste en cuidarse cada uno de sí mismo. En el cumplimiento de este deber individual se cumple a su vez el deber social.

Dadas estas premisas, la existencia de grandes fortunas es digna de encomio. La riqueza es sinónimo de capacidad y los individuos ricos son el futuro biológico de la especie porque gozarán de las mejores oportunidades. El Estado no debe interferir en la distribución de riqueza porque esta viene a través del trabajo y la entrega, y nadie se esforzaría en acumularla si no proveyese ventajas de un orden superior. Más aún, el nivel de riqueza habría de ser el baremo a la hora de gozar de los avances educativos, científicos e incluso de los parabienes morales. En cualquier caso, y por si hubiese que rendir cuentas, se concluye que la acumulación de capital privado es compatible con el desarrollo de la civilización.

Bajo esta formulación, existe una denigración implícita de los "efectivos sociales" relegados a ser fuerza de trabajo. Quienes son explotados son culpables de su propia situación. Mediante el dispendio y la autoindulgencia ante los placeres vulgares, ellos mismos se habrían visto abocados a esa situación. Al incrementarse el número de los desclasados, estos competirán entre sí por el sustento y un salario de resignación. También aquellos individuos que poseyendo "cualidades" hayan pecado de imprudencia sufrirán las consecuencias de la incompetencia del resto.

Esta es la mentalidad subyacente a la ideología neoliberal y es el mensaje que traslada su retórica. Las contradicciones poco importan, lo que cuenta es que mientras dé resultados, toda la evidencia en su contra resultará refutada por el simple hecho de que la realidad es lo que hay y no todo lo que pudo haber sido.