El papel del altruismo.



Los modelos de racionalidad para Hebert Simon*. El papel del altruismo.

Gonzalo Martín, @Gadabarthes 2014

Herbert Simon entiende el razonamiento como el proceso complejo que lleva de la recepción de información simbólica a la producción de datos simbólicos. En una primera fase se consolidan observaciones empíricas en forma de axiomas, los cuales sustentan las conclusiones a las que se llega en aplicación de unas reglas de inferencia. Pero estas reglas de inferencia son las que adolecen de falta de consistencia. Pese a que los mecanismos de la razón son imposibles de ratificar en cuanto a su validez, lo que sí cabe es analizar su adecuación para la toma de decisiones en la vida cotidiana. Son esos mecanismos los que habrán de servir de guía en el curso de acción humana.

Herbert Simon distingue cuatro visiones de la racionalidad:
  1. La racionalidad olímpica que "postula un hombre heroico que efectúa elecciones comprensivas en un universo integrado". Este modelo se corresponde con la teoría USE (utilidad subjetiva esperada) que supone la posesión de una función de utilidad bien definida para el sujeto que toma las decisiones y, en segundo lugar, que éste se enfrenta a una serie bien definida de alternativas y que, en tercer lugar, es capaz de asignar una distribución de probabilidad a las series de hechos futuros y, por último, que la opción elegida acrecentará al máximo el valor esperado según su propia función de utilidad.
  2. El modelo conductual que "postula que la racionalidad humana es muy limitada y está muy circunscrita a la situación y los poderes computacionales del hombre". Este modelo se corresponde a su vez con la teoría de la racionalidad limitada, que supone que las elecciones se realizan en circunstancias específicas que son independientes de otras dimensiones de la vida y que éstas se adoptan recurriendo a unas pocas alternativas que sugieren unas muy concretas expectativas. Esta teoría tiene una base empírica que, según Simon, cada vez describe más acertadamente el comportamiento humano y da cuenta de la capacidad de supervivencia de formas de vida que poseen exiguas habilidades de cálculo.
  3. El modelo intuitivo que "enfatiza los procesos de reconocimiento que sustentan las habilidades adquiridas por la experiencia acumulada y el reconocimiento de situaciones en las que esa experiencia es pertinente y apropiada". Este es un modelo basado en la experiencia y el aprendizaje que permite adquirir unos mecanismos automatizados de resolución de conflictos que recurren a la identificación de situaciones, donde la emoción juega un papel destacado para lograr una concentración de la atención y la adecuada fijación de los procesos reiteradamente seguidos.
  4. El modelo evolucionista de la racionalidad. Se trata de un modelo de facto que "implica que sólo aquellos organismos que se adaptan, que se comportan como si fueran racionales, habrán de sobrevivir". Vista superficialmente esta teoría, la racionalidad parecería seguir un modelo conductual es decir, se identificaría con un mecanismo que facilitase la adaptación a un medio determinado, cuando, en realidad, la entiende como proceso continuo de adaptación a un conjunto cambiante de circunstancias. Los tres modelos anteriores se centran en la racionalidad orientada a resultados, en tanto que la racionalidad evolutiva resultaría de la interacción con el entorno de donde se derivaría una progresión conjunta, es una racionalidad en perpetua reconfiguración.
Para Simon la teoría USE no puede ser aplicada en el mundo real; corresponde a un modelo abstracto donde la disponibilidad de información y la capacidad de proceso no permiten incorporar la vastedad del mundo de la indeterminación y de la complejidad, por lo que se aplica en entornos fragmentarios de la realidad donde más que cálculos maximizadores, lo que importa es la adecuación de los supuestos aproximativos. Este es el modelo de racionalidad limitada que comprende atajos cognitivos al adoptar decisiones complejas, porque la actividad cognitiva no lo abarca todo.

El modelo intuitivo admite otra variante de pensamiento que procede de la interiorización de la experiencia. Los estímulos recibidos se fijan en redes neuronales capaces de identificar otros similares y de aplicar (como reacciones semiautomatizadas) las respuestas dadas en aquellas otras ocasiones. La forma de evaluación de la calidad de estas respuestas se basa en la comparación con otros seres humanos en circunstancias equivalentes, por lo que la duración de la vida humana se convierte en un parámetro de la competencia operativa (que ha sido adquirida e incorporada en el estrato racional de la intuición). En el proceso de fijación juegan un papel fundamental las emociones que preparan el sustrato biológico para que el estímulo-respuesta sea lo más eficiente posible y a la vez contribuye a la mejor consolidación de los enlaces sinápticos donde queda registrado el fenómeno.1

Pero es sin duda el modelo evolucionista el más original de los que Simon expone. En esencia propone una perspectiva que permite considerar el resultado de los procesos evolucionistas como una forma de racionalidad. Es decir, renuncia a una perspectiva antropocéntrica para considerar la racionalidad como aquel metaproceso que és más que la suma de las partes en la correlación adaptativa entre individuos o grupos y su entorno. Simon nos emplaza a distanciarnos del principio teleológico implícito en los mecanismos de selección natural darwinistas, basados en el concepto de aptitud, porque presuponen que el estado evolutivo en un momento dado habría sido la meta originaria al comienzo del proceso adaptativo, siendo la capacidad reproductiva el factor determinante del éxito. Un sencillo cálculo del número de generaciones habidas desde el surgimiento de la especie humana hasta la actualidad, y más aún, desde el inicio de la revolución industrial, demuestra que es imposible que estos mecanismos puedan haber jugado un papel en el desarrollo acelerado del entendimiento humano. Simon se alinea con otras teorías evolucionistas2 que contemplan la elaboración de nichos como clave del proceso evolutivo.

Milton Friedman postuló que en los negocios se daba un comportamiento que resultaba equivalente a haber hecho los cálculos  racionales necesarios para alcanzar un máximo de utilidad o beneficio. Estas observaciones las plasmó en una teoría del "como si" del funcionamiento económico: La supervivencia de un negocio dependía del éxito en su adaptación al medio económico. Es decir, los resultados eran la prueba de la adaptación, no los mecanismos de raciocinio invertidos en ello. Este énfasis en el resultado sigue la misma línea de determinadas acepciones del darwinismo. Una combinación de dos mecanismos, la variación creativa y la selección preservativa constituirían un mecanismo de racionalidad sobrevenido, es decir, validador de cada estadio evolutivo. La objeción que Simon hace a este modelo es que si se considera la evolución como un proceso de prueba que va descartando las variaciones no óptimas, resulta claramente inapropiado si se tiene en cuenta que se dispone de un único ensayo para verificación y cualquier error implicaría descartar prematuramente infinidad de variantes potencialmente mejoradas y la potentación paradójica de variantes sin significado adjetivable. Simon llama la atención sobre el hecho de que el mecanismo de mutación genética no es el principal factor de producción de variación en la especie, las recombinaciones cromosómicas y micro-recombinaciones del ADN pueden ser mucho más determinantes. A esto hay que añadir el argumento más importante que hay que tener en cuenta para contemplar otras dinámicas evolutivas, cual es que la selección natural actúa sobre el fenotipo, en tanto que la variación es de ocurrencia genotípica, y esto nos lleva a considerar que aquellos caracteres más complejos de la especie humana, entre los que se encuentra la capacidad intelectual, tienen que responder a otros procesos evolutivos.

En este punto es donde irrumpe en la evolución el concepto de genes culturales (culturgenes o memes) que influyen en la evolución mediante mecanismos sociales y culturales de transmisión de pautas de comportamiento. La herencia genética no permite explicar una evolución tan acelerada como la que ha experimentado la humanidad porque no incorpora en el vector biológico las mejoras individuales y colectivas adquiridas en vida; pero la herencia cultural sí, porque sus mecanismos de actuación son acumulativos, son netamente lamarquianos. Estas reflexiones nos remiten a Durkheim, quien considera dos maneras de supervivencia: la competencia por un nicho o la ocupación de un nicho libre mediante especialización. Los organismos alteran el medio para sí y para otros organismos lo cual resulta ser mecanismo de creación de nichos que permite el desarrollo de nuevas criaturas y, a su vez, el desarrollo de más nichos.

Simon destaca, entre otras conclusiones, la necesidad de un factor de refinamiento o mejora social que también tiene raíces individuales pero no orientado centrípetamente, el altruismo. En su forma más restrictiva, el altruismo puro o altruismo exacerbado, se resume en una especie de sacrificio en beneficio de otros organismos. Pero hay otra forma de altruismo mucho más extendida y menos exigente, el altruismo débil, que persigue el interés propio pero alumbrado por el convencimiento de que es posible arrastrar a la colectividad en la percepción de los efectos beneficiosos. Se sacrifica aptitud a corto plazo sin renunciar a la recompensa indirecta.

La base científica del altruismo débil, como la del egoísmo, nos la proporciona la genética, que puede explicar la existencia de un gen altruista. En efecto, el reconocimiento de los parientes cercanos, con los que se comparten muchos genes, garantiza que el sacrificio en aras de la supervivencia de la familia nuclear sirve para perpetuar la herencia común. Para que se pueda sostener la existencia biológica del gen altruista se precisan tres rasgos que evolucionan conjuntamente:

1.   Aprobación/desaprobación de la conducta altruista/egoísta de otros
2.   Respuesta a la aprobación/desaprobación mediante el sentimiento de culpa o vergüenza
3.   Recompensa del altruismo con oportunidades para la procreación incrementada (o su variante de responsabilidad/mérito-honor)

Sólo en un mundo extremadamente simple, donde la ventaja a corto plazo es también una ventaja a largo plazo, la evolución nos llevaría a algo parecido a un máximo global mediante la eliminación de los menos aptos. Si bien en el mundo complejo, el mundo real, la secuencia de las mutaciones puede determinar la dirección de la evolución (lo que podría desembocar en topes muy circunscritos a deteminado medio con escasa relevancia para los resultados globales), sólo una selección conjunta de características que puedan evolucionar de forma paralela explica logros evolutivos en el seno de dicha complejidad, gracias a que ciertos rasgos "de segunda clase" son preservados, y esto es lo que se consigue mediante la especialización de los nichos.

La racionalidad evolutiva, expresada en estos términos, no es una racionalidad de medios orientados a fines, sino que se trata de un proceso continuo de búsqueda y mejora en sí. La evolución cultural, que es en definitiva lo que caracteriza la evolución de la especie humana, es una proliferación de ideas, progresivamente enriquecedora (no es preciso, aunque ocurre a la par, que la riqueza sea disponibilidad de bienes materiales). Las teorías evolucionistas sustentadas sobre la elaboración de nichos configuran un sistema que avanza en el sentido de un aumento de la complejidad, y esta se vale de mecanismos de retroalimentación que logran aumentar la aptitud mediante una iluminación del egoísmo. Un egoísmo no iluminado está tan inadaptado como, tal vez, un altruismo puro.



Bibliografía

  • Álvarez, J. F. (2009). Elección Racional y Racionalidad Limitada. En Juan Carlos García-Bermejo (2009). Sobre la Economía y sus Métodos. Enciclopedia Iberoamericana de Filosofía. Vol. 30. (pp. 177-196). Madrid: Trotta.
  • Edgeworth, F.Y., Mathematical Psychics. London: C. Kegan Paul & CO., 1881
  • Hahn, F. y Hollis, M. Filosofía y Teoría Económica. México: Fondo de cultura económica, 2004.
  • López-Rojas, V., Almaguer-Melián, W. y Bergado-Rosado, J.A., "La ‘marca sináptica’ y la huella de la memoria"  en Revista de Neurología 2007; 45 (10): 607-614.
  • Sen, A. (1977). Rational Fools: A Critique of the Behavioral Foundations of Economic Theory. Philosophy and Public Affairs, 6(4), 317-344.
  • Simon, H. (1986). Naturaleza y límites de la razón humana. México: Fondo de cultura económica, 1989.
  • Simon, H. (1986). Rationality in Psichology and Economics. The Journal of Business, 59(4), 209-224.
  • Spencer, H. The Data of Ethics. London: Williams and Norgate, 1879.

 

Notas

*Herbert Alexander Simon, Premio Nobel de Economía 1978 por ser «uno de los investigadores más importantes en el terreno interdisciplinario» y «porque su trabajo ha contribuido a racionalizar el proceso de toma de decisiones».

1. López-Rojas, V., Almaguer-Melián, W. y Bergado-Rosado, J.A., "La ‘marca sináptica’ y la huella de la memoria"  en Revista de Neurología 2007; 45 (10): 607-614

2. Simon menciona a Hutchinson y a Mayr. 

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