La engañosa necesidad del nasciturus.

El uso del término "nasciturus" (el que va a nacer) por las organizaciones antiabortistas no es casual: impedir que "el que va a nacer" nazca encarna un contrasentido y remite, por tanto, a una violencia consubstancial, que no es sino un uso expropiativo del participio de futuro latino. El término, como tantos otros, tiene trampa. La conclusión va en la premisa (petitio principii). Es una falacia típica en la que cuesta creer que los promotores del uso de este vocablo hayan incurrido inconscientemente. El "embrión" no es algo "que va a nacer", su etimología hace referencia a algo "que brota dentro" (la palabra griega ἔμβρυον de la que deriva, está compuesta de ἐν (en), "dentro" y el verbo βρύω (brio), "yo broto", "yo retoño", o sea "el que brota dentro"). No hay, desde esta óptica, violencia conceptual que impregne cualquier decisión sobre su flexión de futuro ni hay, por tanto, imperativo moral. Aquello que brota dentro de una mujer es asunto que compete a esa mujer y no a quien desprecia la vida con toda su carga de necesidad.
Y es que la forma de decir las cosas condiciona la forma de entender los hechos a los que alude.

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